“Si hay luz en tu corazón, encontraras el camino a casa” – Rumi
Aceptar mi propia mísera mientras estaba tirado junto a una pila de chatarra sucia y abandonada junto al rio fue una de las cosas más difíciles a las que tuvo que enfrentarse mi mente. “Que mierda había sucedido?!”, me preguntaba a mí mismo mientras intentaba volver de la muerte sin éxito aparente, abrazado a mi pila de chatarra. Me sentía como Steve Martin en the Jerk – No necesitaba nada, solo mi nueva y querida pila de suciedad y no iba a separarme de su confiable comodidad.
Todavía no estoy seguro de cómo me puse de pie, supongo que mi esposa me insistió, comencé a moverme y vomite….mucho! Eso me permitió que pudiera respirar mejor y de alguna manera aliviar el dolor que sentía en el pecho. Me sentía como si alguien me hubiese clavado su codo en el esternón, no dejando que el aire llegue a mi cerebro donde todo ya se veía nublado y surrealista. Vomitar me ayudó mucho, repetí esta acción algunas veces más subiendo a Engineer Pass a 13.000ft, esta rutina de vomitar había comenzado poco después de Virginus Pass y por un consumo inoportuno de Red Bull.
Desechando todo lo que había consumido en mis primeras ocho horas de carrera ayudo a mi estómago y a mi cabeza, pero mis piernas tenían poca energía y ya estaba bastante harto de esa idea de que las “bellas” montañas son algo hermoso para ver. Tirar la toalla parecía fácil, era claramente lo que había que hacer ya que mi día estaba terminado y no podía ni siquiera pensar en arrastrar mi cuerpo a través de ninguna otra “bella” montaña. Seguramente las montañas de San Juan son magníficas y hermosas, pero también son malignas e implacables. Así que, hablemos de eso……..
Early on (Temprano) Photo by Kara Teklinski
Comencé mi día como cualquier típica mañana. Comiendo algunos PocketFuel nut-butter y atando los cordones de algunas zapatillas para terminar de prepararme para una épica aventura en las montañas. Desde Silverton un grupo de legítimos y aspirantes a Hardrockers comenzaron a correr. Nuestro ritmo era pausado, nuestra moral alta y con la mirada puesta en el viaje que íbamos a realizar. Tome parte en una pequeña conversación pero más que nada me hacía gracia que los cuatro tíos con los que estaba hablaban en francés (Dakota está aprendiendo, pero Kilian, Julien y Adam todos hablan francés fluido). Es un lenguaje hermoso, pero todo lo que se decir es merci y alguna que otra palabra para entrar y salir de las estaciones de avituallamiento. Así que me relaje, deje que ellos gasten su oxígeno y me dedique a escuchar al rio que me hablaría durante los próximos días. El rio habla muchos idiomas, pero para mí son más que nada risas.
En muy poco tiempo estábamos subiendo y bajando el Grant Swamp Pass (13km/milla15) por encima del lago de la isla se elevaban las montañas y reflejaban sus picos en el agua cristalina del lago. Me sentía increíble, asombrado por esas gloriosas montañas que nos rodeaban y por correr en esa mañana junto con grandes amigos. Llegamos al paso y deje que Kilian se tirara por el desfiladero antes que yo. Sé que le gusta bajar como si tuviese unos esquís, así que lo deje que se deslizara hacia abajo dejándole un margen para que no le caiga ninguna piedra en mi descenso. Baje también como si estuviera esquiando por el desfiladero, con Julien pegado a mis talones. Bajamos en segundos, paramos para quitarnos las zapatillas y vaciar la pila de rocas que teníamos dentro y seguimos nuestro camino.
Island Lake (El lago de la isla) Photo by VFuel