
EMIL ZATOPEK, el hombre que amaba correr.
Corría de una forma tan horrenda que “parecía que acababa de recibir una puñalada en el corazón”, recordaba un periodista deportivo. Pero Emil Zatopek amaba tanto correr que incluso cuando todavía era un soldado raso en un campamento de reclutas, solía coger una linterna y salir a correr veinte millas (32km) a través del bosque en plena noche…….Con sus botas militares……En invierno…Después de un día entero de ejercicios de adiestramiento militar! Cuando había demasiada nieve, Zatopek corría dentro de una bañera llena de su propia ropa sucia, haciendo ejercicio a la vez que lavaba sus calzoncillos. Cuando el tiempo mejoraba lo suficiente como para poder salir a correr, se volvía loco: corría los cuatrocientos metros tan rápido como podía una y otra vez, noventa veces, trotando doscientos metros para descansar entre carreras. Para cuando terminaba, había hecho treinta y tres millas (53km) a toda velocidad. Si le preguntabas por su ritmo de carrera, se encogía de hombros, nunca se había cronometrado. Todo esto era una pérdida de tiempo debido que los atletas checos eran bastante malos; no tenían tradición, ni entrenadores, ni talentos locales, ni oportunidad alguna de ganar. Pero









