El Spartathlon es, sin dudas, una de las carreras de ultrafondo más duras del mundo. Tan difícil es completarla que sólo un tercio de los corredores logra llegar a la meta. Los 246 kilómetros partiendo desde la ciudad de Atenas y llegando a la legendaria Esparta atraviesan, carreteras llenas de coches y camiones, senderos de barro, caminos rocosos, una gran subida al monte Partenio en plena noche con temperaturas mínimas y grandes desniveles. Todo esto con 75 check points a lo largo de toda la carrera. La presión y el esfuerzo por alcanzar los principales CP a tiempo hace que la carrera sea aún más difícil. El spartathlon es una carrera mítica, está plagada de grandes historias y atletas fantásticos, pero en esta ocasión sólo nos enfocaremos en los atletas españoles y su desempeño a través de la historia de esta, la mejor carrera de ultrafondo del mundo.
Por: Pablo Casal
En el año 1985 en la tercera edición del Spartathlon José Martínez besó los pies de Leónidas y se convirtió de esa manera en el primer español en completar esta mítica carrera. Llegó a Esparta con poco más de veinte minutos sobre el final y fue el último finisher en un año donde tan sólo 29 atletas lograron completar los 246km. Algo que convierte el logro de José Martínez en una verdadera hazaña!
José Martínez, de pantalón rojo en la linea de salida. Año 1985.
José Martínez, primer español finisher de la historia. Año 1985.
Tuvimos que esperar doce años para volver a ver un español junto a Leónidas y ese fue José Miguel Arrambide quien fue finisher en el año 1997.
En 2001 Miguel Martínez Basurco, se convirtió en el tercer español en completar los 246km del Spartathlon.
El gran ultrafondista Ramón Álvarez Sainz y José Alves Costas, en la 9º y la 16º posición respectivamente, completaron esta mítica carrera en el año 2003.
Otro gran ultrafondista español es Eusebio Bochons quien tuvo el privilegio de ser el más rápido en el Spartathlon durante casi quince años (hasta la llegada de Ivan Penalba en 2021). Su tiempo en 2007 fue de 27:40:14hs, quedando 6º de la clasificación general y detrás de grandes del ultrafondo mundial como Scott Jurek, Valmir Nunes y Lukas Jens entre otros. También ha logrado terminar la carrera en otras cuatro ediciones (2009, 2011, 2015 y 2019) completando un total de 5 finishers.
Eusebio Bochons, emoción pura. Año 2007.
Pasaron siete años y el Spartathlon volvió a ver a una pareja de españoles convertirse en finishers. En el año 2010 Ángel Marcos De La Mata García y Joan Compte Urgell lograron besar los pies de Leónidas.
Ángel Marcos De La Mata García y Joan Compte Urgell, junto a Eddie Gallen e Ivan Cudin. Año 2010
Al año siguiente en 2011 comenzó la racha de 4 finishers consecutivos (2011,2012, 2013 y 2014) de Juan Carlos Pradas, atleta con gran curriculum de carreras y resultados. También en ese año otros tres españoles consiguieron completar la carrera, Josep Antoni Gardenes Cliville (llegó a la estatua de Leónidas a tan sólo siete minutos del corte final de la carrera), Luis De Santiago Iglesias y el mencionado anteriormente, Eusebio Bochons.
Juan Carlos Pradas, al terminar su primer Spartathlon. Año 2011.
En el año 2012 solamente Juan Carlos Pradas logró completar los 246km, pero al año siguiente (2013) otro español pudo terminar la prueba junto a Juan Carlos y ese fue el atleta Luis Alberto Núñez Rodríguez.
Diego se presentó en la linea de partida del Spartathlon por primera vez y por esas cosas del destino le ha tocado vivir una de las peores ediciones de la historia, sino la peor. Lluvias durante, prácticamente, toda la carrera, tormentas terribles y vientos huracanados. Una estampa apocalíptica que solamente los más fuertes, de cuerpo y mente, pudieron vencer. Diego Rojo Garrido estuvo en ese selecto grupo de vencedores que lograron, a pesar de todo, llegar hasta los pies de Leónidas.
Una gesta digna de los héroes de la Grecia antigua que en espiritulibre nunca olvidaremos.
Aquí su historia:
“SIGUE NADANDO, SIGUE NADANDO (“Dori” en “Nemo”), O LA SUPUESTA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO…”
Mucho se ha hablado de la soledad del corredor de fondo y, por extensión, de ultrafondo. Aunque yo me he sentido así en numerosas ocasiones, tanto entrenando como compitiendo, la preparación y la disputa del Spartathlon 2018, ha marcado un antes y un después como corredor popular y como persona.
Los días previos a la prueba, bromeaba con la frase de la compañera azul de Nemo, la “pez cirujano” Dori. El día antes de la prueba, recibí un mensaje de ánimo de mi mujer y de mi hija, con el famoso “Sigue Nadando” que encabeza este texto, y que me hizo mucha gracia, sin saber que se repetiría en mi cabeza como un mantra durante los momentos más duros del recorrido.
La verdad es que el detalle vino que ni pintado para la ocasión, porque la carrera de este año estuvo marcada por el ciclón Zorba, bajo el cual tuvimos que correr, con rachas de viento que superaron ampliamente los 100 km/h, lluvias torrenciales, tormenta con aparato eléctrico, granizo, barro y desbordamientos en la calzada, con el agua en ocasiones por encima del tobillo, objetos diversos volando, árboles y paneles arrancados de cuajo, y otras dificultades que añadían dureza extra al hecho de tener que recorrer los 246km de la prueba en menos de 36 horas. Como navegante y como montañero he estado en numerosas ocasiones expuesto a condiciones climáticas adversas y frío extremo, pero nunca en una situación de agotamiento tal como la vivida este último fin de semana de septiembre en Grecia.
Los primeros kms hasta Corinto, relativamente planos, se sucedieron de manera más o menos tranquila, y con casi hora y media de adelanto sobre los tiempos de corte, en gran medida gracias a la compañía de Juan Andrés Camacho. Me encontré con él poco después de la salida, al pie de la Acrópolis, y lo dejé ir alrededor del 60-70, por ser su ritmo superior al que yo podía mantener con comodidad, y por reservar fuerzas para lo que vendría más adelante. Estuvimos corriendo bajo una lluvia suave, que acabó empapándonos, pero la sensación térmica era relativamente agradable.
En Corinto, en el control 22 (km 81), me esperaba mi hermana Maite, mi ángel de la guarda particular, sin el apoyo de la cual dudo que hubiese sido capaz de terminar en tiempo. Allí, como la climatología comenzaba a complicarse, me ayudó a cambiarme de ropa por primera vez, me dio un masaje con aceite térmico para calentar un poco los cuádriceps, que comenzaban a estar doloridos, y comí sentado por primera vez desde la salida. La vuelta al ruedo fue de lo más desesperanzadora, ya que en los primeros metros no era capaz de correr, y tuve que caminar 3 o 4 minutos hasta que volví a entrar en calor y pude trotar nuevamente. Por delante me quedaban ni más ni menos que los 165 kms más duros de toda mi vida. No obstante, a partir de este punto los tiempos de corte se suavizan, por lo que a pesar de lo anterior pude ir aumentando paulatinamente mi margen sobre ellos, hasta algo más de dos horas, que fue lo que me salvó en el último cuarto de carrera, donde iba realmente fundido.
Todos los relatos de corredores coinciden en que a partir de aquí lo normal es caminar cuesta arriba y correr en llano y cuesta abajo, aunque lo cierto es que donde podía correr lo hacía, incluso en las cuestas arriba suaves, con el afán de “guardar minutos” para cuando me viniera abajo, porque en una carrera como esta nadie te salva de venirte arriba y abajo unas cuantas veces.
A partir de entonces, y antes de la llegada de la noche, se desató el infierno. Comenzaron las lluvias torrenciales, el frío por el viento intenso, los pies permanentemente empapados al cruzar las numerosas balsas de agua, y la organización desbordada en algunos controles, donde no había agua caliente para poder tomar una sopa o un té que te reconfortaran por dentro, ya que por fuera no había nada que hacer. Decido entonces abrigarme completamente antes de lo previsto, cambio de zapatillas incluido, en previsión de la entrada en la zona de montaña, en el control 43 (km 148), al que llegué en torno a las 01:00, con unas 2h10´de adelanto sobre el tiempo de cierre. Como no había nada caliente que tomar en el avituallamiento, y el estómago me empezaba a dar problemas por el frío, decidimos meternos dentro de un bar y comer algo a cubierto mientras mi hermana, siempre atenta a mis necesidades, me ayudaba a cambiarme. Salí de allí enfundado en 4 capas, con zapatillas secas, un número más grandes en previsión del edema, y con energías renovadas aunque, como en Corinto, sin poder correr hasta unos minutos más adelante, y con amenaza de tiritona imparable por el choque térmico al salir del calor a la tormenta, mi mayor miedo toda la noche.
Han pasado más de veinte años de aquel fantástico viaje a la
selva formoseña y muchos recuerdos aún siguen presentes en mi memoria.
La idea del viaje nació gracias al “Trompo”, el lavacopas del bar en donde yo trabajaba. Él era oriundo de Formosa y en el verano viajaría hasta allí para ver a su familia. Le pregunté si podía acompañarlo y con una gran sonrisa me dijo que sí. Una vez llegados a la ciudad de Formosa, tomamos un pequeño autobús que, después de algunas horas, nos dejó en medio de una carretera de tierra. Allí mismo comenzamos a caminar cruzando grandes campos arados y saltando, cada tanto, algún que otro alambrado de púas ante la atenta mirada de decenas de vacas.
Llegamos a la casa del Trompo al atardecer y allí encontré, sentados junto a un gran árbol, a su padre, su hermano y algunos de sus primos. La casa estaba hecha con troncos de palmera y no tenía frente, simplemente una hilera de pequeños troncos, que formaban una especie de “parecita”. El suelo de la casa era de tierra y en medio de lo que, supuestamente, era el salón había un hueco en donde constantemente ardía un fuego que utilizaban para cocinar. Todo allí dentro olía a humo y estaba teñido de hollín, de más está decir que en la casa no había luz, ni gas, ni agua corriente.
Llegar allí fue como retroceder en el tiempo cincuenta años
o tal vez cien.
No habían pasado ni quince minutos desde que habíamos llegado a aquella pequeña casita, cuando uno de los primos del Trompo dijo en voz alta: “Vamos a mariscar”. No tenía idea de lo que eso significaba, pero en cuanto un rifle apareció en escena, entendí que se estaban preparando para salir a cazar. El sol ya se estaba ocultando detrás de las palmeras y yo me preguntaba como iban a “cazar” en medio de la noche.
Salimos de la casa y a los pocos metros comenzamos a caminar en fila por un pequeño sendero que se adentraba en la selva, uno detrás del otro y sin salirse del angosto camino. “Nunca te salgas del caminito de tierra, porque hay yararás por acá” me dijo el Trompo mirándome de reojo por encima del hombro. En ese mismo momento bajé la vista pensando si mis botitas Reebok negras serian el calzado adecuado para la ocasión, pero a los pocos segundos recordé que los tres primos del Trompo iban descalzos y eso me dejó un poco más tranquilo.
Llevábamos un buen tiempo caminando cuando comencé a escuchar algunos ruidos a mi izquierda. Nadie más parecía escucharlos o siquiera darle mucha importancia, con lo cual opté por no decir nada. Seguíamos nuestra marcha por aquel sendero de tierra y yo continuaba escuchando ruidos siempre a mi izquierda. Sonidos como si alguien o algo pisara ramas en la oscuridad de la selva, siempre siguiendo nuestra misma dirección. Giré la cabeza hacia atrás y le dije al hermano del Trompo: “¿Escuchas esos ruidos, qué es eso?”, señalando con el dedo hacia la oscuridad de la selva que se encontraba a mi izquierda. “No es nada, seguí caminando” me dijo sin más explicaciones.
En un determinado momento uno de los primos dijo algo que no pude entender pero hizo que toda la fila se parara en seco. “No te muevas” dijo el Trompo y se adelantó unos metros. Vi como hablaba con sus primos mientras uno de ellos sacaba un encendedor del bolsillo de su camisa. El Trompo volvió y me dijo: “Vieron una yarará, así que van a prender fuego, espera acá y quédate quieto”. Uno de los primos encendió una rama seca llena de hojas y la acercó a una palmera que pocos segundos después comenzó a arder. Los otros dos primos volvieron a repetir esa misma acción y en pocos minutos ya podía sentir el calor del fuego en mi cara. La selva estaba ardiendo.
Seguimos camino, dejando esa escena infernal a nuestras espaldas, como si aquello hubiese sido la cosa más normal del mundo. Llevábamos horas andando y el sendero se convirtió en una gran explanada sin nada de vegetación. Allí mismo y sin previo aviso comenzaron a sentarse en el pasto en lo que, supuse, sería un descanso obligado en nuestra aventura. Me di cuenta, allí sentado en ese gran claro en medio de la selva formoseña, la impresionante cantidad de luz que daba la luna. Iluminaba todo a nuestro alrededor, aquella luz de luna siempre la recordaré.
Mientras descansábamos fuimos visitados por algunos caballos, que tal vez sorprendidos por nuestra presencia se acercaron para vernos. Seguimos camino, después de unos cuantos minutos de descanso, pero esta vez por grandes extensiones de tierra abierta. De repente todos dejaron de avanzar, como había sucedido horas antes en nuestro encuentro con una yarará, pero esta vez el motivo era distinto.
Uno de los primos cargo el rifle y otro sacó una linterna de una vieja mochila que llevaba en la espalda. Nadie decía una palabra, con lo cual supuse que la situación era seria. Opté por no preguntar ni decir nada y simplemente puse todos mis sentidos en intentar ver que iba a suceder a continuación. Uno de los primos, el más alto (lamentablemente no recuerdo ningún nombre) se puso detrás y colocó el rifle en el hombro derecho del primo que estaba delante. El primo que estaba delante, con el rifle apoyado en su hombro era quien llevaba la linterna y de algún modo, según lo que entendía de la situación, era quien debía “conducir” al primo que estaba detrás preparado para disparar.
Comenzaron a alejarse de nosotros, uno detrás del otro, en plena noche y con la linterna apagada. Noté que cada tanto dejaban de caminar y se quedaban totalmente quietos, como si estuviesen congelados. Acto seguido se movían lateralmente a la izquierda, como si fuesen las manecillas de un reloj y seguían avanzando en línea recta. Parecía como si estuviesen en una especie de danza o baile, aunque todavía no sabía con quién estaban bailando.
“Se mueven para que no les dé el viento en la espalda” me dijo el Trompo al oído, rompiendo el tenso silencio que toda aquella situación había creado. “Ya están por llegar, mira” dijo a continuación señalando con el dedo hacia donde estaban los primos, que ya se veían pequeños en la distancia. La tensión podía palparse en el aire fácilmente.
Según me parecía, estaban acercándose a un matorral en medio de aquella gran explanada de tierra, pero aun no entendía el por qué. De repente el primo que iba delante encendió la linterna apuntando al matorral y de allí, casi instantáneamente, se asomó un largo cuello con una pequeña cabeza. Vi como un flash de luz iluminaba las siluetas de los dos primos y acto seguido el ruido del disparo hizo eco en nuestros oídos, despertando también a aquella selva que dormía a la luz de la luna.
No hizo falta un segundo disparo, cuando comenzamos a acercarnos el ñandú ya estaba muerto. Allí mismo, a la luz de la luna, sacaron los machetes, un par de cuchillos y comenzaron a descuartizarlo. Al poco tiempo el trabajo estaba casi hecho, toda la escena era surrealista ante mis ojos y sin embargo tan normal y cotidiana ante los suyos. Estaba claro que nada debía desperdiciarse, todo tenía un valor y un significado, había que llevarse todo. Quedaban algunos minutos para terminar la faena cuando un gran relámpago iluminó el cielo completamente, seguido del rugido de un trueno. Casi al mismo tiempo todos dejaron caer los cuchillos y machetes al suelo, se miraron con cara de preocupación y dieron por terminado el trabajo. Lo que quedaba del ñandú sería para los habitantes de la selva.
La lluvia comenzó a caer cuando ya estábamos en el sendero que nos había llevado hasta la explanada de los caballos. Ya dentro de la selva, uno de los primos que iba delante, dejó de caminar, giró hacia la izquierda y abandonó el sendero. Todos lo siguieron mientras yo veía la escena desde atrás. “No te salgas del sendero” repetía en mi mente, una y otra vez.
“Vení, acércate, pero no mucho” me dijo el Trompo moviendo la mano para que vaya hacia donde estaban. Caminé hasta el borde mismo del sendero, justo en dirección hacia donde se habían ido y vi que uno de los primos apoyaba su cabeza contra un árbol. Cerró los ojos y al volverlos a abrir noté que una gran sonrisa se había dibujado en su curtido rostro. Con esa gran sonrisa miró hacia donde yo estaba y gritó: “¡Miel!”. Acto seguido golpeó el árbol con el codo, una, dos y tres veces, hasta hacer un agujero en su corteza. Resulta que el árbol estaba hueco y de su interior salieron cientos de abejas zumbando en medio de la noche. Mientras tanto, sin preocupación alguna por las abejas, el primo metía el brazo entero dentro del árbol hueco y sacaba un gran trozo de panal chorreando miel.
Todo eran risas y bromas, sin dudas, esa miel era un tesoro, un oro líquido. Después de recolectar el dulce banquete seguimos nuestro camino de regreso a casa, habíamos caminado durante horas, pero la recompensa obtenida hizo que todo aquel esfuerzo haya valido la pena.
Todavía era de noche y al llegar de vuelta a la casa, vi que a un costado de la pared lateral había una pequeña y ancha columna de ladrillos con una especie de hueco en la parte superior. Parecía ser un altar como esos que se ven al costado de las carreteras. Al acercarme un poco más me di cuenta de que dentro había un plato de comida y un vaso con algún tipo de líquido.
Nos sentamos todos dentro de la casa junto al fuego, en unas viejas y remendadas sillas, mientras uno de los primos preparaba algo para comer. El Trompo se sentó a mi lado y le pregunté: “¿Che, ese altar para qué es?”
“Es para el Pombero” dijo el padre del Trompo con un tono amistoso y la mirada puesta en el fuego. Esta era la primera vez que escuchaba su voz.
“Una noche fría me levanté a echar leña al fuego y lo vi ahí, en aquel rincón. Se ve que esa noche tenía mucho frio, porque nunca entra en casa. Estaba de espaldas, todo encorvado y con la luz del fuego podía verle todos los pelos negros, parecían como espinas”. Mientras hablaba, él y todos los demás tenían sus miradas clavadas en el fuego. “Estuve a punto de agarrarle el bastón, pero no me aminé, pegué media vuelta y me volví a la cama” dijo con un aire de resignación.
“Te acordás los ruidos que escuchaste en la selva, era él. Nos estaba siguiendo para ver qué hacíamos” me dijo el Trompo mientras mordía un pedazo de empanada. “Igual no pasa nada, con nosotros es bueno, siempre le dejamos un poco de comida y algo de tomar”, concluyó con un tono de voz tranquilo y sereno.
Así fueron mis primeras horas en la selva formoseña.
Pasé allí quince días, inmerso en un mundo fantástico, lleno de fabulas e historias, viviendo en un rincón de la Argentina en donde el tiempo se había detenido. Siempre estaré agradecido al Trompo y a su familia; al principio de esta aventura creía que ellos no tenían nada pero al final me di cuenta de que ellos lo tenían todo.
La historia de Yiannis Kouros está plagada de récords, uno más impresionante que el otro. El griego fue, es y será, sin duda alguna, el mejor ultrafondista que ha visto este planeta.
A continuación les contaremos dos pequeñas historias sobre este grande del ultrafondo mundial. El primer capítulo enfocado en el mítico Spartathlon griego y el segundo en la filosofía que caracterizaba al griego.
Por: Pablo Casal
CAPITULO I (Spartathlon)
En en año 1981, Yiannis Kouros regresa a Trípoli de manera permanente y se le ocurre una idea, correr 100 kilómetros en esa ciudad. Su plan era salir desde el estadio local y recorrer cinco vueltas de 20 kilómetros en un circuito circular. Previo a su intento, Yiannis avisó al consejo de deportes para que enviaran algunos jueces con el fin de fiscalizar su carrera.
“Sabía que no había otro griego que pudiera correr esa distancia y seguramente sería un récord nacional . Completé los 100 kilómetros en 7.35hs, pero ningún juez del consejo de deportes vino a verme correr”– dice Kouros al recordar ese momento.
Pasaron dos años y el griego leyó sobre un evento de ultrafondo de 250 kilómetros, que iba a tener su primera edición en 1983. El recorrido partía desde Atenas hasta llegar a la ciudad de Esparta. Yiannis pensó en apuntarse “tenía la confianza de que la completaría y que probablemente sería el primer griego….”
El 30 de Septiembre de 1983 Yiannis Kouros largó junto a otros 44 corredores el primer Spartathlon de la historia. En el kilómetro 42.5 ya había pasado a los dos primeros corredores (El yugoslavo Mouravil y el Inglés Fairbrother) y así continuo, en primer lugar, hasta llegar al final de la carrera, a los pies de la estatua del rey Leónidas. Su tiempo fue de 21:53:42hs.
El griego no sólo venció a todos los demás corredores, sino que le sacó tres horas de diferencia al segundo clasificado. Los organizadores esperaban al ganador alrededor de las diez de la mañana pero Kouros llegó a las 4.50 de la madrugada, justo cuando amanecía y con todo el mundo durmiendo. Incluso el alcalde y el obispo, a quienes tuvieron que levantar de la cama para que fueran a entregarle el premio.
Tardaron cuarenta y ocho horas en proclamar a Kouros oficialmente como ganador del primer Spartathlon, los organizadores ingleses creían que había hecho trampa ya que decían que era humanamente imposible recorrer esa distancia en 21 horas y 50 minutos.
Al año siguiente, en 1984, el griego volvió a participar del Spartathlon y esta vez, bajo la miraba de todos, llegó a los pies de Leónidas en 20:25:00, el mejor tiempo de la historia de esta carrera. Por supuesto, nadie estaba durmiendo.
Casi cuarenta ediciones lleva el Spartathlon y Yiannis Kouros sigue teniendo (y tendrá por siempre) los cuatro mejores tiempos en esta carrera:
1984 – 20:25:00hs.
1990 – 20:29:04hs.
1983 – 21:53:42hs.
1986 – 21:57:00hs.
En el año 2008 Scott Jurek, uno de los mejores ultrafondistas de la historia, en su plenitud física y mental hizo su mejor tiempo en el Spartathlon: 22:20:01hs. Veintitrés minutos por encima de la cuarta y peor marca de Kouros en esta carrera.
Para Scott Jurek, Kouros es: “Un atleta-filosofo según la tradición de la Grecia clásica. Sus resultados parecen provenir de una enorme energía de espíritu”
Yiannis creía que el Spartathlon debía ser emulando el recorrido total que realizó Filipides: Desde Atenas hasta Esparta, ida y vuelta con casi 500 kilómetros. El griego, en su forma particular de pensar, creía que era una vergüenza que habiendo carreras de mil millas en Australia, no se hiciera el Spartathlon con el recorrido total de Filipides. Cuando le preguntaron si se podría hacer la carrera, pero con etapas, Kouros contestó: “Filipides no corrió hasta Esparta y volvió a Atenas en etapas, lo hizo todo sin detenerse!”
Yiannis Kouros es un atleta-filósofo, es la Grecia misma representada en un hombre, sus mitos, sus dioses, sus tradiciones, su música y su bandera, esa que siempre ondeará en la mano del griego al terminar una carrera.
Para entender el porqué de la necesidad de tener y vivir aventuras, lo primero que debemos hacer es retroceder en el tiempo. Embarcarse en un viaje, un viaje mental que nos hará retroceder durante años y décadas. Cada uno de nosotros debe ir en busca de aquella primera aventura, cerrar los ojos e intentar descubrir cuál fue, buscar esas primeras sensaciones será vital para entender de qué estaremos hablamos a continuación.
En mi caso, tuve que retroceder en el tiempo casi tres décadas y volver hasta mi infancia. Estoy seguro que de pequeño viví muchas aventuras, pero lamentablemente no las recuerdo. Lo que si recuerdo, claramente, es mi primer sentimiento y las sensaciones de estar viviendo una. La emoción y la incertidumbre sobre que pasará más adelante. El no saber con seguridad que sucedería si tomaba el camino de la derecha y pasaba a la página 33 o si tomaba el camino de la izquierda y pasada a la página 20. ¿Saben de lo que estoy hablando?
Los libros de Elige tu propia aventura, fueron en mi infancia mis primeras aventuras, exactamente como en la portada de todos sus libros. Me parecían fascinantes y recuerdo que cuando elegía una opción que me conducía a la muerte, volvía hacia atrás y comenzaba un nuevo camino. Apuntaba todas las opciones posibles en una hoja, hasta conseguir leer todas las páginas y posibles finales del libro.
Aquellos
fueron, genuinamente, mis primeros recuerdos y verdaderos sentimientos de
aventuras. Esa emoción por saber qué va a sucedernos si tomamos uno u otro
camino, el volver atrás y comenzar otra vez; revivir la historia pero tomando
un camino distinto.
Ese
sentimiento aventurero volvió a mi memoria, a mis recuerdos, algunos años
después, pero esta vez no estaba leyendo un libro; estaba viendo una película.
Sin
poder despegarme del televisor ni un milímetro, veía hipnotizado como un
arqueólogo, con sombrero, chaqueta de cuero y látigo, se habría paso dentro de
una tumba, esquivando trampas en busca de un tesoro perdido. Por supuesto que
estoy hablando de “Indiana Jones” y para mí, ver esas pelis, eran verdaderas
aventuras con todas las letras. La búsqueda del tesoro, los peligros y las
trampas, analizar los mapas, jeroglíficos, pistas dejadas hace miles de años
por esas civilizaciones antiguas y olvidadas. Todo me parecía fascinante y
atrapante, de más está decir, que por aquellos años tenía claro lo que quería
ser de mayor; arqueólogo como Indiana.
Esas
son las primeras aventuras de las que estoy hablando y las vivía sin moverme de
mi casa. Viendo la tele, dejando que mi imaginación volara y se metiera dentro
de esas películas que tanto me gustaban. Siempre quise tenerlas y vivirlas como
en las películas, como los chicos de Stand by me o los Goonies. Un
grupo de amigos, un mapa del tesoro y un viaje a lo desconocido. Por suerte
puedo decir que sí lo hice, tuve mis aventuras viajando al sur de Argentina con
mis amigos, mochilas en la espalda, mapa en mano y a recorrer las montañas;
recuerdos que por más que pasen los años nunca se olvidarán. Pero no siempre es
necesario escalar montañas o sortear los peligros de la selva para vivirlas,
como les contaba anteriormente.
Una
de mis grandes aventuras fue hace muchos años y ni siquiera tuve que moverme de
mi casa.
Allá por los primeros años de la década del noventa, mi hermano mayor estaba viviendo en el pequeño pueblo de San Martín de los Andes, en el sur de la Argentina. Cada tanto enviaba, por correo, una caja con ropa y cosas que ya no utilizaba para que mis padres se la guardaran hasta su regreso. Fue en una de esas cajas en donde encontré un libro, un libro viejo con la tapa muy gastada, casi ilegible y en un estado bastante derruido, pero en la primera página podía leerse claramente lo siguiente:
El libro que encontré aquel verano
de 1991 era El señor de los anillos, la comunidad del anillo. Ese libro
destruido, en el fondo de aquella caja, representó para mí en aquel momento una
total incógnita. A las pocas páginas me di cuenta de que iba a ser una gran aventura
leerlo y no tardé demasiado en meterme de lleno en la historia, en ser uno más
de esa Comunidad, vivir cada paso y emprender ese fantástico viaje hacia el
monte del destino. La historia me atrapó tanto que faltando cinco páginas para
terminarlo, me tomé un autobús hasta una librería y me senté en el portal hasta
terminar de leer el libro. Después entré y compré los otros dos tomos de esta
fantástica historia. No muchos libros tienen el poder de hacerte vivir una
verdadera aventura al leerlos, pero sin dudas El señor de los anillos, fue
algo realmente extraordinario y fantástico que marcó una parte de mi
vida.
El
tiempo siguió su curso y descubrí con el running una nueva forma de vivir
aventuras. Correr me dio la excusa perfecta para conocer lugares nuevos, gente
nueva y vivir experiencias que nunca antes había vivido. Y si esos no son los
condimentos ideales, no sé cuáles lo serán. Debo, también, gran parte de lo que
soy, al simple hecho de mover un pie delante del otro. Tengo el placer y la alegría
de decir que en muchas de esas aventuras conocí gente que al día de hoy son
grandes amigos y aunque con algunos de ellos nos separa un océano, igualmente
los sigo acompañando en cada una de sus salidas.
A
veces pienso en grandes corredores como Scott Jurek o Kilian Jornet, al leer
sus libros o ver sus fotos y creo que ellos nos están mostrando el camino. Sin
dudas nos están mandando un mensaje, estos grandes atletas son los nuevos
exploradores del mundo. Igualmente sé que no hace falta ser Kilian y subir al
Kilimanjaro o ser Jurek y correr la Western States para vivir aventuras.
Siempre
debemos plantearnos la posibilidad de vivir una, aunque sea pequeñita. A veces
el simple hecho de salir a entrenar se puede convertir en una. Algunos días
antes de salir de casa a entrenar, podemos mirar google maps, buscar un parque
o una zona que no conozcamos o por la cual nunca hayamos pasado, marcar la ruta
en el móvil, mirar los kilómetros y a la aventura!
Seguramente que en algunas ocasiones tendremos que parar para sacar el móvil, mirar el mapa y volver a arrancar, pero creo que eso es lo lindo y lo divertido de recorrer lugares desconocidos. Puede ser un simple entrenamiento o puede ser algo más, lo que tú quieras que sea.
Pero
también debo decir que tardé más de cinco años en encontrar esa forma de vivir
aventuras. Comencé a correr hace más de una década pero no fue hasta que me
vine a vivir a España que comprendí realmente lo que significa correr para mí.
Para explicarles esto debemos, una vez más, viajar al pasado y contarles sobre mis orígenes. Contarles que no tuve la suerte de nacer en un pueblo en la Sierra, en la montaña o en el sur de la Argentina. Nací y crecí en la ciudad de Quilmes. Una ciudad que alterna, como casi todas las grandes ciudades de Buenos Aires, barrios en donde no había problemas y otros por donde era mejor no pasar. Correr en una ciudad con estas características implicaba tener ciertas precauciones antes de salir a entrenar. Sabía por qué barrios y calles podía correr y cuales debía evitar. También sabía que no tenía que sacar el móvil en la calle y siempre debía estar atento a mis alrededores. Estos y demás “condimentos” hacían que el simple hecho de correr fuese un poco más complejo, sin dudas que era una aventura, pero no de las buenas.
Desde el primer momento supe que me gustaba correr, pero sinceramente no sabía el por qué. En mis primeros años pensaba que la velocidad era lo que más me gustaba, correr rápido es una sensación extraordinaria y adictiva. Pero pasado el tiempo esa emoción fue desapareciendo y me volqué en los kilómetros. Corrí maratones y carreras de ultrafondo de pista&carretera en donde hice muchos amigos que conservo hasta el día de hoy. Me parecía fascinante el poder correr durante horas y horas, aunque lo que más recuerdo de aquellos años no eran las carreras ni los resultados. Lo que más recuerdo de esos años corriendo en Argentina eran los viajes con mis amigos, la cena previa al día de carrera y lo divertido que eran esas aventuras. Pero debo confesar que cuando volvía a mi ciudad, todos aquellos malos “condimentos” que condicionaban mi día a día entrenando, lamentablemente, volvían a aparecer.
Los años pasaron, llegué a España y pude quitarme todos esos fantasmas de mi mente para, solamente, dedicarme a correr y disfrutar de los alrededores sin pensar en que podría pasarme algo malo. Aquí comencé a comprender porque me gustaba en realidad correr y lo que significaba para mí en esencia.
Correr
es el medio por el cual, cada vez que salgo de mi casa, puedo vivir una
aventura.
Por
una vida llena de aventuras, por sentir esa emoción, esa incógnita al tomar un
nuevo camino o descubrir un nuevo sendero. Por vivir una vida distinta en cada
una de ellas, ya sea leyendo libros, viendo películas, corriendo o simplemente
caminando por calles desconocidas.
Ha pasado el 13º Campeonato del mundo de 24hs, disputado en la ciudad de Albi, Francia y nos ha dejado muchos resultados y récords. Espiritulibre estuvo presente en Albí y hemos vivido de primera mano este nuevo WC-24hs. Te contaremos todo lo que ha sucedido: Los resultados, las estadísticas, los perfiles de los ganadores, los equipos y todos los datos que más nos gustan! Dividiremos nuestro artículo en dos partes, la performance individual por un lado y los resultados por equipos masculinos y femeninos por otro.
Comenzaremos dándoles un pequeño resumen de lo que hemos visto durante el fin de semana.
Por: Pablo Casal
Como les contábamos en nuestra previa, cuarenta y cinco países y más de trecientos cincuenta atletas se dieron cita en la pista de atletismo de la ciudad de Albí. Sin dudas este fue el mejor campeonato del mundo de 24hs, en toda la historia de la IAU. Por la cantidad de países involucrados y la cantidad de atletas, ambos puntos fueron un récord nunca antes visto. Con un ambiente ideal y un día casi perfecto, dieron el disparo de salida del décimo tercer campeonato del mundo de 24hs.
En nuestra previa les mencionábamos a diez candidatos de los cuales seis o siete tendrían reales posibilidades de pelear por las medallas. En la categoría masculina, desde las primeras horas quedó claro que la batalla seria entre el español Iván Penalba y el lituano Sorokin, quienes salieron con las ideas claras desde el minuto uno. Se les sumo la sorpresa de estos WC-24hs, el francés Clavery, quien no estaba en las consideraciones de nadie. El segundo lote de candidatos, léase: Brunner Radek, Rep. Checa; Ruel Stephane, Francia; Takahashi Nobuyuki, Japón; Radzikowski Andrzej, Polonia y Steene Johan, Suecia, se vio que con el paso de las horas, definitivamente, no podrían pelearles el ritmo a los tres punteros. Sin embargo, el húngaro Bodis (actual ganador del mítico Spartathlon) y el americano Leblond, con un ritmo más conservador, fueron subiendo en la clasificación general durante la noche y se encontraron en los puestos de medallas. El lituano Sorokin seguía a lo suyo, sin siguiera padecer el ritmo o las horas de carrera, Sorokin siempre sale a tope y en este WC-24hs todo lo ha salido de manera excelente.
El español Penalba y el francés Clavery, quienes estuvieron toda la noche peleando con el lituano, tuvieron un pequeño bajón y los perseguidores (Bodis y Leblond) lo aprovecharon. Finalmente y como era de esperarse Sorokin se ha llevado el oro, seguido del húngaro Bodis, quien al parecer ya se había recuperado tras haber ganado el Spartathlon hacia apenas un mes. El bronce fue para el americano Leblond, el francés Clavery fue cuarto y el español Penalba quinto. Todos ellos con marcas excelentes.
Hemos visto dos “tácticas” distintas y creemos que ambas son validas y dependen exclusivamente del perfil de los corredores. Ser agresivo y buscar un ritmo alto desde el minuto uno puede llegar a pasarte factura durante la madrugada y tirar por la borda todo. Le ha pasado al lituano Sokorin en el pasado WC-24hs de Belfast y también le ha pasado en el último europeo de 24hs, donde fue puntero durante muchas horas y finalmente se quedó con el bronce. Por otro lado, esa misma táctica le ha salido de maravillas en el Spartathlon del 2017, donde consiguió la quinta mejor marca de la historia (solamente detrás de las cuatro mejores marcas de Kouros), algo que desde el año 2008 no se conseguía. Por supuesto que también en este WC-24hs, las cosas le han salido a la perfección.
Si analizamos la “estrategia” de Bodis o el americano Leblond, de comenzar con un ritmo más “conservador” e ir subiendo a medida que pasan las horas, pues a ellos también les ha dado resultado en la pista de Albí. Aunque recordamos que el americano Lebond fue octavo en el anterior campeonato del mundo, por lo cual esta táctica tampoco aseguraba nada. En definitiva hemos visto y disfrutado del mejor campeonato del mundo de 24hs y las marcas lo demuestran. Sorokin consiguió el récord de estos campeonatos y cinco atletas han superado los 270km. Impresionante!
Dentro de la categoría femenina, la cosa estaba clara desde antes de comenzar el campeonato. La americana Herron iría a por el récord del mundo o moriría en el intento. Estaba más que claro que nadie, dentro de la féminas, podría hacer frente ante el ritmo demoledor de Herron, ni siquiera sus compañeras de equipo.
Camille puso el turbo desde el inicio y consiguió mejorar su propio récord del mundo en ocho kilómetros (anterior marca de 262.192km – 09.12.2018) tan grande era el despliegue que durante algunas horas estuvo primera de la clasificación general. Finalmente termino sexta de la general a pocos metros de la quinta posición. Detrás de la americana se corría otra carrera diferente, la pelea por las medallas de plata y bronce estaba entre el resto de las americanas y el equipo polaco, comandado por la gran Patrycja Bereznowska (campeona de Europa de 24hs). Se sumó a la fiesta la alemana lder‐Baerens, actual poseedora del récord del mundo de 6hs (85,492km) y actual medalla de plata mundial de 100km (7:22:41km) y la danesa Rex Stine, subcampeona de Europa de 24hs (241.921km).
Las americanas Kagy, Slavy y Dauwalter parecían no estar al 100% y solamente Pam Smith luchaba por las dos medallas que quedaban. Las polacas, poco a poco iban quedando relegadas, todas menos Patrycja Bereznowska, quien como es su costumbre fue de menos a más y llegó hasta el tercer puesto. La alemana Nele ya se había hecho con el segundo puesto y con un colchón de kilómetros que fue imposible de alcanzar para las perseguidoras.
Finalmente y como todos lo sabemos, Herron se llevó el oro, con récord del mundo, récord americano y de los campeonatos del mundo de 24hs. La alemana Nele lder‐Baerens fue plata y la polaca Bereznowska fue bronce. Pam Smith se quedó con la cuarta posición y Rex Stine se tomó revancha de su abandono en el último Spartathlon con un gran quinto puesto.
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PERFORMANCE INDIVIDUAL – MASCULINA
ORO – SOROKIN Aleksandr, LIT – 278.973km
PLATA – BODIS Tamas, HUN – 276.222km
BRONCE – LEBLOND Olivier, USA – 275.485km
(abre el gráfico en una nueva pestaña para verlo al completo)
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PERFORMANCE INDIVIDUAL – FEMENINA
ORO – HERRON Camille, USA – 270.116km
PLATA – ALDER-BAERENS Nele, GER – 254.288km
BRONCE – BEREZNOWSKA Patrycja, POL – 247.724km
(abre el gráfico en una nueva pestaña para verlo al completo)
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TEAM PERFORMANCE
Hablando de los equipos hemos visto un cambio en diferencia
a anteriores campeonatos del mundo de 24hs. Si retrocedemos en la historia,
podremos ver que desde siempre, las medallas por equipos fueron muy disputadas.
Las diferencias en kilómetros entre los punteros no eran tan grandes y todos
los integrantes de los equipos tenían, mas o menos, un rendimiento similar. En
este campeonato del mundo de 24hs, nos hemos dado cuenta de que la diferencia
entre los primeros y el resto de los clasificados (incluidos sus propios
compañeros) es muy grande como para compensar con un equipo compacto.
La medalla de oro por equipo fue para los americanos quienes fueron tercero, séptimo y décimo cuarto. En este caso se la da la lógica, con tres atletas del mismo país dentro del TOP13. Pero si analizamos la medalla de plata, que fue para los polacos, veremos que su tercer mejor atleta está en el puesto 28º de la clasificación, algo impensado en antiguos campeonatos del mundo de 24hs. Simplemente con ver nuestro gráfico, notaremos la diferencia. Algo similar sucede con los franceses y su medalla de bronce, con un 12º y un 19º entre sus mejores clasificados. Esto significa que el gran registro de Bodis y Clavery les ha alcanzado para que sus otros dos mejores atletas no necesiten grandes marcas. Sumado, esta claro, a que los demás equipos no han estado a la altura.
Contando el medallero de estos campeonatos del mundo de 24hs
y hablando de equipos masculinos, los americanos sumaron su segundo oro
(primero en 2013) y consiguieron el récord de los campeonatos. También tienen
en su poder tres medallas de bronce (2010, 2012 y 2017) Los húngaros
consiguieron su primera medalla de la historia y los franceses su sexta medalla
(oro en 2004, plata en 2006, 2007, 2008 y 2012)
Dentro de los equipos femeninos, todos esperábamos la ansiada revancha entre polacas y americanas. En el pasado WC-24hs de Belfast, las chichas americanas se llevaron el oro por una diferencia de 622 metros. Increíble! Las americanas llegaban a Albí como las campeonas del mundo de 24hs por cuarta vez consecutiva y las polacas como las actuales campeonas de Europa de 24hs. Estaba claro que Camille Herron tenia otros planes y dejó a las polacas sin posibilidad alguna para pelear el oro. Tan grande fue la diferencia que cosecho la americana que ni siguiera sus propias compañeras pudieron siguiera acercarse a su marca. Con mirar el cuadro lo veremos claramente. Aun así, les alcanzo a las chichas de la USA, para hacerse con el récord de los campeonatos.
Las polacas fueron el equipos más “homogéneo” por llamarlo de algún modo, colocando a sus tres mejores atletas dentro del TOP10 de la carrera. Las americanas, podríamos decir que también lo han hecho de manera similar, aunque nosotros que hemos estado en Albi, hemos visto que Smith y Daulawer eran las únicas atletas de la USA con alguna posibilidad de pelear por los puestos de arriba. Las alemanas se hicieron con el bronce, gracias al colchón de kilómetros que tenia en su poder la segunda clasificada Nele lder‐Baerens. Tan grande fue esa diferencia que a las alemanas les bastó con un 20º y un 22º puesto de la general, de sus otras dos atletas, para hacerse con el bronce. Algo, también, impensado en antiguos campeonatos del mundo de 24hs. Esta claro, al igual que sucede con los equipos masculinos, que otro factor fundamental es que no vemos muchos equipos compactos con tres grandes atletas en sus filas. Eso hace que, prácticamente, baste con que uno de esos tres atletas tenga un rendimiento excepcional para que una medalla este “asegurada”.
Si miramos el medallero general, veremos que las chicas de la USA dominan, hace casi una década, los WC-24hs con cinco oros de forma consecutiva. También tienen una plata y dos bronces. Las polacas consiguen su segunda plata consecutiva y las alemanas su segundo bronce consecutivo y tercero de su historia.
En el pasado campeonato del mundo de 24hs, disputado en Belfast (Irlanda del Norte), se vivió un nuevo récord en cuanto a países participantes con más de cuarenta selecciones inscritas. Aquel WC-24hs del 2017, fue un hito en la historia de la IAU, pese a los “pequeños” problemas que hubo.
Nos espera, en este 2019, un nuevo campeonato del mundo de 24hs y como era de esperarse, habrá nuevo récord de inscritos. El 13º WC-24hs se disputará en la ciudad francesa de Albi y como lo anuncia la propia IAU, contará con un 26% más de atletas/federaciones participantes.
Cuarenta y cinco países y más de trecientos cincuenta atletas serán de la partida en lo que será, seguramente, un gran campeonato del mundo.
A continuación espiritulibre te muestra, por tercer año consecutivo, la mejor previa a estos campeonatos del mundo de 24hs.
Comenzaremos nuestro artículo, mostrándote los actuales campeones del mundo de 24hs.
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CAMPEONES DEL MUNDO 24HS. MASCULINOS – PERFORMANCE INDIVIDUAL
ORO – Yoshihiko Ishikawa, Japón – 270.870km.
PLATA – Sebastian Bialobrzeski, Polonia -267.187km.
BRONCE – Johan Steene, Suecia – 266.515km.
El nipón Ishikawa no figura en el listado de inscriptos, por
lo cual, en este 2019 tendremos un nuevo campeón del mundo de 24hs. Tampoco
figura en el listado el polaco Bialobrzeski, pero si vemos que el sueco Steene
será de la partida. johan tendrá la posibilidad de pelear por revalidar su
medalla de bronce.
CANDIDATOS MASCULINOS
Brunner Radek – Rep. Checa
Debemos y queremos incluir en nuestra lista al gran
ultrafondista checo, aunque nunca haya brillado en estos campeonatos. Hablando
de campeonatos, el checo fue sexto en el últimos europeo de 24hs. También fue
tercero en el Spartathlon 2019, recordamos que Radek fue segundo en 2018 y 2017,
fue tercero en 2016. Lo que significa que lleva cuatro años seguidos subiéndose
al podio, impresionante. Este fue su quinto finisher de forma consecutiva en el
Spartathlon.
Penalba Lopez Ivan – España
Ivan tiene en su poder la mejor marca del año 2018 con 273.674km
y es uno de los grandes candidatos al oro. En lo que va de este 2019, ha ganado
en cada carrera de la que ha participado, desde 50km hasta las 12hs. Esperamos,
desde espiritulibre, que Ivan pueda realizar un gran campeonato y le deseamos
toda la suerte del mundo a él y a todo el equipo español.
Ruel Stephane – Francia
El gran ultrafondista francés es la actual medalla de plata
europea de 24hs con 263.540 km y fue quinto en el último mundial de 24hs. Ruel
es una de figuras de estos campeonatos de la IAU. Y todo el equipo francés
peleara, seguramente, por las medallas grupales.
Lawson Daniel – Gran Bretaña
Daniel es un histórico, no sólo de estos campeonatos de la
IAU, sino del mundo del ultrafondo. Si bien el británico, tiene muchas batallas
en sus espaldas, casi tantas como medallas, queremos agregarlo en nuestro
listado. Lawson fue quinto en el último europeo de 24hs. y al igual que los
franceses, tiene un equipo potente de compañeros.
Bódis Tamás – Hungría
El actual ganador del mítico Spartathon estará en la línea
de salida de este WC-24hs y creemos que merece estar en esta lista de
candidatos. Bódis es, también, el actual campeón de la clásica Ultrabalaton
221km.
Takahashi Nobuyuki – Japon
El nipón fue cuarto en el último campeonato del mundo de
24hs con 264.506km y es la actual medalla de plata de los campeonatos de 24hs
de Asia/Oceanía. A finales del 2018 consiguió 268.783km en las Jingu Gaien 24
Hour Challenge.
Sorokin Aleksandr – Lituania
El lituano es uno de los grandes animadores de los últimos
campeonatos de la IAU, siempre saliendo a toda velocidad desde el minuto uno.
Sorokin es la actual medalla de bronce europea de 24hs y lidera el ranking 2019
de 24hs con 272.708km conseguidos en las Sri Chinmoy 24h Lauf Basel.
Radzikowski Andrzej – Polonia
El campeón de Europa de 24hs (265.419km) estará liderando al
equipo polaco en este WC-24hs. Recordamos que este atleta polaco, al igual que
el lituano Sorokin, ha ganado el mítico Spartathlon griego.
Steene Johan – Suecia
Como les contábamos al inicio de este artículo, el sueco
será el único atleta presente, de los tres ganadores del anterior WC-24hs.
Johan es la actual medalla de bronce mundial con 266.515km. y fue octavo en el
último europeo de 24hs.
Leblond Olivier – USA
El americano fue octavo en el pasado WC-24hs con 258.172km y
junto al equipo americano pelearan, sin dudas por las medallas grupales.
Olivier consiguió, también, unos 259.201km a finales del 2018 en los North
Coast 24 Hour Endurance Run.
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CAMPEONAS DEL MUNDO 24HS. FEMENINO – PERFORMANCE INDIVIDUAL
ORO – Patrycja Bereznowska, Polonia – 259.991km.
PLATA – Aleksandra Niwinska, Polonia – 251.078km.
BRONCE – Katalin Nagy, USA – 250.622km.
Por suerte todo el podio femenino estará en la línea de
partida de este nuevo WC-24hs, las polacas Bereznowska, Niwinska, junto con su
potente equipo. Al igual que la americana Katalin Nagy, quien contará con todas
sus compatriotas para pelearle a las polacas las medallas individuales y por
equipos.
CANDIDATAS FEMENINAS
Rex Stine – Dinamarca
La subcampeona de Europa de 24hs (241.921km), estará en la
línea de partida. Rex es, también, la actual campeona de la Ultrabalaton
húngara (221km). Recordamos que en este Spartathlon 2019, la danesa debió
abandonar la carrera, pero en el año 2016 y 2017, fue la cuarta fémina
clasificada.
Alder‐Baerens Nele – Alemania
La actual poseedora del récord del mundo de 6hs (85,492km)
estará en Albi. Recordamos que Nele es, también, la actual medalla de plata
mundial de 100km (7:22:41km). El primero de septiembre de este 2019, consiguió
la marca de 251.227km dentro de las Hoyerswerda 24h Europalauf.
Bereznowska Patrycja – Polonia
La actual campeona del mundo y de Europa de 24hs, estará en
Albi para revalidar su título. Recordamos que Patrycja es, también, la actual
ganadora (récord femenino) de la Badwater135 y tiene en su poder el récord del
mítico Spartathlon.
Niwinska Aleksandra – Polonia
La subcampeona del mundo de 24hs (251.078km), también será
de la partida en este nuevo WC-24hs. Aleksandra quedó 16º en la clasificación
general y tiene detrás suyo un potente equipo para ayudarla a pelear por las
medallas.
Pazda‐Pozorska Malgorzata – Polonia
La medalla de bronce europea de 24hs (240.697km) y al igual
que sus otras dos compatriotas, tendrá un gran equipo para pelear por todas las
medallas.
Nagy Katalin – USA
Medalla de bronce en el último WC-24hs (250.622km) y antigua
campeona del mundo de 24hs, intentará recuperar su corona.
Herron Camille – USA
Camille es la dueña del récord del mundo femenino de 12hs y
24hs con unos 149,130km y 262,193km. Respectivamente. También tiene en su poder
el récord del mundo de 100millas con 12:42:39hs. Sin dudas que la americana es
la candidata numero uno para pelearle a la polaca Bereznowska la medalla de
oro.
Slaby Gina – USA
Cuarta clasificada femenina en el campeonato del mundo de
24hs. con 248.276km, estará en Albi junto con un gran equipo de atletas
americanas. Este 2019 fue segunda en la Badwater135 detrás de la polaca
Bereznowska.
Smith Pam – USA
Quinta en el último mundial de 24hs. con una marca de 243.611km.
Pam es una histórica del equipo femenino de ultrafondo y estará presente en
Albi, para sumar una presencia más junto con su selección.
Dauwalter Courtney – USA
La americana es, sin dudas, la reina del ultratrialrunning y
gana, prácticamente, todo lo que corre. Su curriculum es tan impresionante que
no sabemos por donde comenzar. Solamente en este 2019 ha ganado: El Ultra Trail
Tour du Mont Blanc, Madeira Island Ultra Trail y la Tarawera 100 km
Ultramarathon. En 2018 sus mayores victorias fueron en la Tahoe 200 Mile
Endurance Run, la Western States 100 Mile Endurance Run y la Ultra-Trail Mt.
Fuji. A finales del 2017 consiguió la marca de 256.405km. dentro de la Soochow/Taipei
24h Ultramarathon.
A continuación compartiremos un pequeño relato de la primera experiencia de Maite Rojo dentro de las 24hs de Barcelona. Maite ha sido tan amable de querer compartir esa primera experiencia, dentro de una carrera de ultrafondo, con nosotros y por supuesto que estamos encantados.
Sin más preámbulos, les dejamos esta pequeña crónica de sus vivencias, expectativas y resultados de su primer contacto con esta fantástica disciplina!
No somos hamsters
El mítico corredor griego Yiannis Kouros decía:
“Cuando tú pasas, no los 100km, sino las 100 millas (160km), cuando pasas la barrera de las 12 horas o las 24 horas, ese es el punto donde demuestras que eres un ser humano único. Correr más de 12 horas o 24 horas, a mi entender, eso es ser “ultramaratonista”
Hace cinco años que he vuelto a la competición pero hace muchos años más que el ultrafondo me ha llamado la atención. Precisamente desde aquel día en que un viejo libro, ya descatalogado, cayó en mis manos. El libro en cuestión se llamaba “El Zen de Correr”, estaba escrito en inglés y describía, ya en los años setenta, la libertad de correr por uno mismo sin otras presiones y en contacto con la naturaleza; como entenderéis el libro me enamoró.
Y así fue como empecé, ya en la mediana edad y desde la media maratón a ser principiante en ultrafondo.
Me estrené en las 24 horas de Ultrafondo en las pistas de Can dragó, a lo que todo el mundo me decía o preguntaba:
¿En una pista dando vueltas?
¿Pero cuantos kilómetros son?
¿Estáis locos?
A lo que yo respondía:
Sí, dando vueltas.
Todos los kilómetros que puedas.
Y sí, estamos locos pero nos tienen controlados en un sitio (ese es nuestro chiste entre amigos).
Yo pensaba lo mismo y no me apetecía mucho lo de dar vueltas. Mucho menos cuando ya has hecho pista de adolescente (en metros no en kilómetros!) o sabes lo bonito que es ir bajando y subiendo montañas, lo rápido que pasa el tiempo y lo bonito del paisaje que te rodea.
Esto es diferente, allí aunque todos somos competitivos se va a otra cosa, compites contigo mismo; te preguntas cuanto te aguantarán las piernas, te sorprendes a ratos por lo bien que vas y piensas que el entrenamiento ha dado sus frutos. Pero sobre todo es un entrenamiento mental, porque cuando tu cuerpo te dice “hasta aquí he llegado” y tu cabeza te repite “párate, párate” tiene que haber algo más que tire de ti hacia adelante. Esos son los límites que buscamos y nuestra curiosidad como seres humanos.
Además pensar que sólo hace poco más de cincuenta años que las mujeres han podido competir en maratón y después en largas distancias. ¡Que felicidad ver hombres y mujeres compitiendo juntos! Y lo más importante, que no haya tanta diferencia de marcas entre ambos.
Por otro lado todo lo que rodeaba a la carrera en si también sumaba a la experiencia: El ambiente, la música, el comentarista, los voluntarios, la organización y las familias. Gente que llevó a la mujer o al marido, a los hijos, todos montando las carpas y chiringuitos como quien va de camping para pasar día y noche juntos. Muy emotivo.
Competir del latín tardío competere, que significa «esforzarse conjuntamente», y más antiguamente de cum y petere, que significa «intentar».
Pues ahí estábamos, intentándolo y esforzándonos todos juntos. En mi caso particular, después de meses de entreno y de acumular kilómetros. Contando con el apoyo incondicional de mi hermano en el banquillo, que además es mi entrenador y me recordaba cada media hora que bebiera y comiera.
¿Todo esto para qué? Cada corredor tendría su objetivo: Algunos el ser seleccionados para su equipo nacional de ultrafondo, otros tener en mente marcas para clasificarse para otras carreras. Pero en mi caso y para muchos otros corredores, el objetivo era poder hacer la marca mínima directa o para entrar en el sorteo del Spartathlon, una de las pruebas reinas de la ultra distancia.
Competí en los 100km de Santander en el año 2017; en los requisitos del Spartathlon se establecía una marca mínima en 100km para las mujeres de 10:30hs. Mi marca fue de 10:19hs. Si añadía una competencia de 12hs a mi curriculm (con un mínimo de 110km) o una carrera de 24hs (con un mínimo de 170km) me mantendrían la marca hasta el año 2020. Eso significaba que podría entrar en el sorteo del año 2019 y 2020 sin hacer más competiciones.
Y así fue que, estaba inscrita en las 12hs, pero lamentablemente llegué tarde a la inscripción y estaba en lista de espera. A falta de una semana para la carrera, la organización contacta conmigo y me dice que tengo dorsal para las 24hs, sin mucha confianza pero con gran ilusión me animo a intentarlo. Todo después de hablar con Diego, mi hermano y entrenador.
Las primeras ocho horas y media de carrera fueron de lujo, pero luego las últimas dos horas, desde las diez de la noche hasta las doce, fueron un calvario. Pero a pesar de eso lo hice, logré completar las doce horas de carrera con una marca de 112km y con ello la mínima para entrar al sorteo del Spartathlon.
Me hubiera gustado seguir, pero dolores en la rodilla derecha y en los pies me hicieron pensar en que si seguía y forzaba demasiado podría lesionarme y así echar por tierra otras competiciones que tenía en mente para más adelante. Así que como se suele decirse: “una retirada a tiempo es una victoria”.
Un orgullo te invade, una emoción que se te caen las lágrimas y el abrazo final a mi hermano que hace que todo haya valido la pena.
Correr al lado de la elite, unos cracks de nivel internacional y nacional de los cuales puedo presumir que ya tengo algunos amigos; porque sudar, sufrir, animarse y pasar muchas horas juntos es lo que tiene!
Entre tantos otros destacaban:
Nicolás de las Heras
Pablo Barnes
Virginia Oliveri
Nico Kierdelewicz
Patricia Scalise
Noora Honkala
Y por supuesto Rubén Delgado (afortunada por sus consejos y amistad),
Francisco Javier Pérez, Juan Andrés Camacho, amigos a los que ya conocía, por haber compartido la aventura de hacer de apoyo a mi hermano en Grecia en el Spartathlon en este año 2018.
Sois muy grandes!
Gracias por la charla y apoyo de Eduardo Cebrián que hizo un pedazo de carrera con 223km, a Miguel Mataix que no pasaba una vuelta sin animarme (segundo en la general y primer español con 244 km, crack!) a las chicas como Bárbara Campos que logró 205km, Eva Pareja que en su primer intento paso de los 180km, por sus sonrisas y mimos al cruzarnos unas con otras.
Por eso podemos decir:
“No somos hámster somos ultrafondistas”
Espero encontrarme con todos vosotros muy pronto en muchas otras!!
Ahora a descansar.
Advertencia:
A todo el que quiera probar en este tipo de pruebas, no hay fórmulas mágicas, solo trabajo duro de entrenamiento, kilómetros, sesiones de fuerza y de estiramientos. Mucha dedicación y esfuerzo.
Yo soy Técnico superior en deportes y masajista deportivo con un gran interés por la nutrición. Con lo cual no han faltado los baños de contraste frío, calor y mis manos con cremas naturales para descargar la musculatura. Además de ir añadiendo poco a poco, en las tiradas largas, todo lo que iba a comer el día de la prueba, para acostumbrarse y asimilar incluso corriendo. Intentando con alimentos que no sienten mal al estómago. (podríamos hablar largo y tendido de esto)
Gracias a mi hermano, ex-ciclista, ultrafondista y licenciado en educación Física con muchísima experiencia, ya que sin él, todo esto sólo sería un sueño.
Gracias a Mateo Cotaina que es mi terapeuta de Shiatsu y compañero de carreras. Por cuidarme cuando ha habido sobrecargas musculares y mimarme con sus comidas después de entrenar juntos.
A mi familia, que creen que estamos locos, pero que nos siguen y nos apoyan en la distancia.
Y a todos los amigo@s que habéis preguntado a mi hermano por mí o lo habéis seguido en directo por las pantallas.