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Marios Fournaris habla sobre el Spartathlon.

23 diciembre, 2016

 

Día 23 de Diciembre de 2014 a las 21:42.

 

En un atardecer a finales del mes de diciembre me encontré en compañía de Mario Fournaris, en un café en Kifissia. Sólo habían pasado unos meses de la participación número 24 de Mario en el Spartathlon y su finisher número 14. 

En realidad él es uno de los atletas a nivel mundial con más participaciones y finishers. En la comunidad running griega, tiene por sobrado la mayor cantidad de participaciones y finishers en el Spartathlon. Sus memorias de esta carrera, a lo largo de casi treinta años, abarcan casi la historia completa del Spartathlon. Su narrativa es atrapante e inspiradora, así como su pasión y amor por esta carrera.

Nuestro encuentro estaba programado para que durara una hora, pero rápidamente se transformaron en casi tres. Nos dimos cuenta de que mientras más tiempo pasábamos sentados y hablando, más teníamos para discutir y charlar. El tiempo parecía habernos robado lo mejor de nosotros y yo me sentí perplejo al intentar convertir los pensamientos  y carismática retórica de Mario al mundo de la escritura.

 

Mario, comencemos por el principio. Cual fue tu primer contacto con esta carrera? Cuando escuchaste de su existencia por primera vez?

En 1984, mi compañero de equipo Dimitri Konetas, cuya madre es voluntaria en el Spartathlon, fue a seguir la carrera en su bicicleta. [Nota: Esta fue la segunda edición del Spartathlon] Cuando regreso, me comento su experiencia. Yo tenía 17 años en aquel momento y puedo decirte que escuche su relato asombrado y con la boca abierta. Allí mismo comencé a soñar que algún día correría en esa carrera.

Entonces, estoy en lo cierto si interpreto que el gran amor que sientes por esta carrera comenzó sólo con escuchar hablar sobre ella?

En realidad, mi amor por esta carrera comenzó un poco después y fue el resultado de tres coincidencias del destino que se dieron al mismo tiempo, en diferentes partes del mundo y que desembocaron en mi primera experiencia en el Spartathlon. En 1985 y un año después de haber oído sobre el Spartathlon, el corredor finlandés Seppo Leinonen corre su primer Spartathlon pero no logra terminar. Así que, en 1986, él decide intentarlo nuevamente y comienza a entrenar para ello. Al mismo tiempo en Japón, el padre de un joven llamado Timothy Nishimura un maestro y mentor espiritual, llamado Hiroshi Ogo quien le informa a Timothy que el próximo desafío mental será correr el Spartathlon en la lejana Grecia. Este sería un paso hacia su camino a la madurez. Timothy Nishimura era hijo de una madre canadiense y un padre japonés y en aquel tiempo, no tenía ninguna conexión con el running.

Un programa de entrenamiento fue subsecuentemente dibujado para que corriera 100 km en Abril, 200 km en Mayo, 300 km en Junio y así consecutivamente. Esa iba a ser su preparación para correr el Spartathlon en Septiembre! Timothy se convertiría en el primer japonés en correr esta histórica carrera. Mientras todo esto estaba sucediendo en Finlandia y en Japón, en Grecia mi entrenador Stefanos Giannou –repentinamente y sin aviso o discusión previa- me pregunta si quiero ser su asistente en lo que iba a ser su primer Spartathlon. Está de más decir que no tuvo que preguntarme dos veces y que felizmente acepte. Así que, en 1986, me encontré siguiendo el Spartathlon, pero Stefanos decide abandonar en el kilómetro 70, Agioi Theodoroi. Mientras estaba sentado comiendo un pera, Stefanos ve pasar a Nishimura, quien llevaba una camiseta con los dibujos de dos banderas (japonesa y canadiense). Es en este punto en donde Stefanos decide que va a luchar y declara que no va a abandonar la carrera aun, sino que seguirá a Nishimura por algún tiempo, curioso por saber por qué tenía esas dos banderas en su camiseta. A medida que los dos comienzan a correr juntos y a hablar, pronto se convierten en un trio cuando Seppo los alcanza y se une a ellos. Ese encuentro de los tres corredores en ese exacto momento, sumando mi presencia a su “real compañía”, convirtiéndonos en un cuarteto, fue uno de los más importantes y grandes momentos de mi vida.

Corrí varios kilómetros en aquel Spartathlon del ´86 (cuando las reglas eran diferentes y los asistentes podían correr junto a los corredores). También me fue posible asistir a Timothy a cruzar la montaña. Y por supuesto fue ahí en donde mi amor por esta carrera comenzó. Fue en ese preciso momento que mi corazón abandono su amor por el atletismo y se volcó al Spartathlon. A pesar del hecho de que contrasta con el atletismo, yo tenía poco talento para tal gran evento! Mi habilidad y talento estaba en correr medias distancias en la pista, en lo que mi performance era bastante buena cuando era un joven atleta. Sin embargo, nunca me preocupo en hecho de que no soy un corredor del Spartathlon rápido. Mi amor es simplemente participar en la carrera, vivir su magia en la compañía de mis amigos corredores, ayudar a la mayor cantidad de corredores que me sea posible a que terminen la carrera, y también si es posible, terminarla yo mismo. Esta es la esencia de esta locura!

Volviendo a mi primer contacto con el Spartahlon en 1986, y mí encuentro con Seppo. Él se convirtió en mi segunda familia. Dos veces al año viajamos a Finlandia a visitarlo y ellos dos veces al año vienen a Grecia.

 

Sólo para que conste en actas, que pasó al final en 1986? Como les fue a Stefanos, Timothy y Seppo en la carrera?

Seppo se volvió uno de los grandes fanáticos del Spartathlon. Logró 25 ediciones consecutivas y 15 finishers y por muchos años fue el corredor con más finishers. Aunque ya no corre, él está presente cada año y ayuda a todos los que puede. Stefanos: en vez de abandonar en el kilómetro 70 como lo había pensado, siguió progresando hasta llegar finalmente hasta la marca del kilómetro 218! Timothy Nishimura logró terminar la carrera, con su maestro siguiéndolo durante toda la carrera con una bicicleta y armado con un megáfono para motivarlo! Después de su épico finisher, fue llevado hasta el hospital de Esparta donde estuvo con suero durante tres días! A su regreso a Japón hubo mucho revuelo casi como una revolución! Su participación fue un punto de inflexión en los corredores japoneses ansiosos por competir en el Spartathlon.  Incluso hacían entrenamientos para ver quién era el mejor para ocupar una de las limitadas plazas disponibles para la carrera. La medalla de finisher de Timothy terminó exhibida en el museo de los juegos olímpicos en Japón. Se ha convertido en una arraigada tradición para los Spartathletas japoneses el visitar ese museo antes de correr la carrera y hacerle un homenaje a esa medalla. Su esperanza es que la medalla les de fuerza y suerte en su camino a terminar la carrera. Hay incluso una estatua de Filipides en el estadio de Osaka que los atletas tocan antes de competir.

Una idea instigada por el Sr. Ogo era crear una carrera similar al Spartathlon en Japón. El Sakura Michi. También dedicada a la memoria de un chofer de autobús, cuya visión era llenar la carretera de árboles de cerezas para dar una bella vista cuando florecieran, la carrera en si tiene la misma distancia, el mismo límite y también la misma elevación que el Spartathlon. Tuve la suerte de correr la carrera en 2004 y fue algo muy emocionante para mí porque tuve la oportunidad de ver a Timothy otra vez. Algo asombroso pasó dos años después de aquel Spartathlon, en 1988, cuando se me acerco en el centro de Atenas un turista japonés quien me llamó por mi nombre! Se volvió loco. Él me conocía de cuando había ayudado a Timothy. Esto es para que se entienda el impacto total y las sensaciones que causaron en Japón el que Timothy terminara el Spartathlon. No sólo él se volvió muy conocido en Japón, sino también aquellos que lo ayudamos en Grecia!

 

Entonces, cuando corrió su primer Spartathlon?

En 1989. Después de todo lo que pasó en 1986, no pude evitar estar lejos del Spartathlon. Fui cada año como espectador y también para ayudar a Stefano. No me estaba “permitido” correr la carrera, a pesar de que estaba desesperado por hacerlo, por que en teoría era muy joven y supuestamente tenía una carrera en el atletismo. Estaba rodeado por la federaciones atléticas y entrenadores que argumentaban que “no es posible para un joven de 19 años correr el Spartathlon sin tener un curriculum de carreras existente”. Ellos decían que debía seguir el “camino lógico”, tener una carrera en el atletismo, correr algunas carreras de 10km, después un maratón y eventualmente seguir sumando hasta correr el Spartathlon. Pero en 1989 a la edad de 22 años, aproveche un momento de debilidad de mi entrenador, que era en aquel momento era Elias Zacharogiannis. Estábamos en Kalamata como preparación a una carrera y lo llamaron por teléfono diciéndole que su mujer estaba a punto de dar a luz. Mientras nos preparábamos para irnos y en toda esa confusión le largue mi pregunta: “Hey Elias, es sólo una idea pero por que no entrar al Spartathlon este año? Aunque sea sólo para ver cuán lejos puedo llegar?

-“Ah..Al diablo contigo! Has lo que quieras! Estoy cansado de oírte hablar sin parar del maldito Spartathlon!” esa fue su respuesta [Mario se ríe] Aproveche la oportunidad y me apunte. Fue el mismo año que conseguí unas excelentes marcas en la pista, 8:30 en 3000mts en indoor y otra de 3:49 en 1500mts.

Me encontré en la línea de salida del Spartathlon con el entrenamiento de un corredor de 1500mts! Ni siguiera había corrido una carrera de 5km! Y por supuesto fue una experiencia increíble. Morí y resucite varias veces en la carrera. Sin embargo me las arregle para pasar Nestani. Obviamente, me faltaba la experiencia y el entrenamiento, pero a mi favor tenía ese poder extra gracias a mi experiencia en el atletismo. Recuerdo vivamente llegar a cada gran checkpoint con el tiempo justo para que me descalifiquen. Nemea, Nestani, etc. Estaba cerca de ser descalificado, peligrosamente cerca del límite, pero, unos kilómetros antes de llegar aceleraba mi ritmo a mucho más bajo  de 4 minutos el kilómetro y así lograba vencer al reloj. Algo que hoy en dia me resultaría imposible de hacer.

El segundo año me quebré ambas piernas en la carrera. Fracturas por estrés en las dos piernas, habiendo llegado casi a los 200km. La primera vez que logré terminar un Spartathlon fue en 1992, en mi cuarto intento.

 

Fue tu primer finisher el más fuerte emocionalmente? Digo esto porque fue la acumulación de cuatro duros años de esfuerzo y participación.

Una cosa es segura, la experiencia en un Spartathlon nunca desaparece a pesar de los años. La experiencia que te da el haber participado, la emoción de estar en ciertos puntos durante la carrera, el conocer atletas, voluntarios y las demás personas que forman parte del Spartathlon, todas esas cosas nunca se olvidan. Ni tampoco, por otro lado, mejoran con el paso del tiempo.

Cada vez, la emoción del momento es la misma y es increíble. En el momento en que estas en el último tramo; esos últimos 15km. el momento en que pasas Kladas, el rio Eurotas; El momento en que entras en Esparta. Entras en otra dimensión. Todo es hermoso. Las frutas de los arbolas parecen doradas. Los coches, que te habían molestado durante todo el camino, ahora son objetos de belleza. Todos son inigualablemente hermosos. Entonces me pregunto si la mujer que he conocido en esos últimos pasos es realmente la mujer más hermosa que haya visto nunca en mi vida o es que en este punto simplemente es lo que siento.

Después de algo más de 33 horas sientes que tu alma se ha limpiado; horas de absoluta fatiga y extenuación física. Que no pueden ser experimentas bajo circunstancias normales. Supongo que esta es una experiencia que sólo he sentido en cierto grado en condiciones de combate o algunos otros ambientes extremos.

Horas de absoluta humanidad: Había momentos en que me sentía -Yo que no tengo la habilidad de correr rápido un Spartathlon, yo sufro siempre- como un caracol, luchando y abriéndome camino a través del barro. Así que, cuando después de todas estas dificultades, tu cuerpo abre sus alas y vuela –esto es lo que pasa en la meta- es algo único. Es difícil de describir con palabras y tal vez sea el sentimiento más fuerte que haya vivido en mi vida. Sigue estando puro desde el primer día que lo he sentido, hasta el día de hoy, aunque hayan pasado tantos años.

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