Federico es un atleta argentino, que pese a su corta carrera en el mundo del ultrafondo, ya posee en su palmarés el honor de haber estado en el mítico Spartathlon. Este atleta de la provincia de Santiago del Estero, junto a otros ocho compatriotas, consiguió en el pasado 2019 un récord inédito para los argentinos en esta gran carrera.
Aquí su historia
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Por: Federico Vittar.
Aún recuerdo, hace ya 6 años, al poco
tiempo de completar mi primer maratón, escuchar sobre las carreras de 100km y
luego descubrir el mítico Spartathlon. Para los que vivimos en el norte argentino
y creo que para la mayoría que les tocó ir, hablar de esta carrera es hablar de
Martín Córdoba (es de los amigos que más conoce sobre el Spartathlon). Es bueno
conocer personas, como Martin, que aman y viven esta carrera como nadie.
En mi primer carrera de 100km, en el
Ultramaratón Formosa 2018, conseguí la marca mínima para poder inscribirme. Al
mes siguiente, en Bolivar, volví a correr 100km y de nuevo pude realizar una
marca similar, pero esta vez, planteando la carrera de otra manera. Ese año
estaba en mi mejor forma física, ya que por problemas personales no pude
entrenar como quería, pero las ganas de competir y disfrutar siempre estaban.
Meses antes de la apertura de inscripción
para el sorteo no pensaba hacerla, ya que me parecía apresurado por mi falta de
experiencia en 24hs, pero recuerdo que Martin un día me dijo: “vos te
inscribes, si sales bien y si no tienes doble chance el año siguiente”. Unos
días antes de la apertura me llamó para recordarme que debíamos hacerlo en la
semana y ahí dije ME INSCRIBO Y ESPERO.
Recuerdo el día posterior al sorteo, donde
informaron el listado (me lo pasó un amigo Pablo Del Pino) yo no quería ni
mirarlo, fijarme nada. Sin embargo, cuando vi mi nombre me invadió una gran
emoción e incertidumbre, miles de preguntas juntas me vinieron a la mente. Me
tomé una semana para pensarlo y asumir el compromiso, había que cambiar muchas
cosas de cara al objetivo y una de esas era buscar un entrenador que me
acompañe en el proceso. El primero que me vino a la mente en ese momento y con
quien me comuniqué fue Fabian Campanini, de quien aprendí mucho y en cada
sesión me hizo crecer y ganar confianza en mí mismo.
Llegué a Atenas el martes anterior a la
carrera por la noche y lo primero que hice fue sentarnos a tomar unos mates junto
con Manuel Méndez. Mucho calor y humedad nos esperaba para los días de nuestra estadía,
yo estaba tranquilo y con mi mente enfocada en llegar, le tuve mucho respeto en
cada entreno y solo restaba disfrutar de una carrera de distancia, que para mí
en particular son más lindas que las competencias por horas.
Hablamos mucho con Fernando Petracci, que
me tocó de compañero de habitación. No era la primera vez que compartíamos
carrera y siempre fue muy generoso conmigo, durante todo el proceso siempre
estuvo para ayudarme. Llego el jueves, envié mis cosas a los distintos check
point (CP), charla técnica y el viernes temprano desayunar y subir al autobús
que nos llevaba a la largada. Tranquilo y viviendo minuto a minuto muchas
emociones, sabía que solo tenía que disfrutar de esta experiencia, estaba muy
bien físicamente; solo debía ser prolijo, tener templanza y hacer lo que había
planificado.
Largamos con una humedad tremenda, el calor
durante el recorrido se hizo sentir (38°C más de 80% de humedad), había que
cuidarse y llegar lo más entero posible hasta Corinto (CP22). Seguir con lo
planificado para la primera mitad de la carrera. Fui impecable en los
parciales, pasando los 42.2k en 4h13´, los 81k en 8h15´, para así llegar al km
124 (poco más de la mitad de carrera) en 13h48’; todo eso lo tenía en mi cabeza
grabado. Recuerdo en el antiguo Corinto parar y disfrutar de una cerveza en el
CP.
Las horas pasaban y la carrera se iba
haciendo más entretenida, la noche caía junto a la temperatura y cambiaban las
estrategias para seguir adelante, había que abrigarse, comer para recibir la
noche en la montaña. Recuerdo cambiarme en el CP35 y comer unos fideos para
comenzar a pensar en lo que sería la montaña que comenzaba unos kilómetros más
adelante. Eran las 21hs y venía con un buen margen de tiempo ganado. Pasaron
poco más de una hora de ese momento que recuerdo haber tenido una crisis entre
la comida que no digería y el cansancio de las horas, esto me costó unos kilómetros
de caminata y reencontrarme conmigo mismo para salir adelante, la capacidad
para regenerarse en un ultramaratonista es la principal arma.
La media noche llegaba y me encontraba muy
bien física y anímicamente, estábamos comenzando a subir previo al monte Partenio,
recuerdo correr y reírme a cada momento, alentaba a los que caminaban en las
subidas, hasta trataba de charlar y de entendernos (mi ingles era pésimo). A
las 17h30 de carrera estaba en el km 159.5, miraba hacia arriba y se veían las
luces rojas que señalizaban el sendero por el cual cruzar el Partenio, a esa
altura de la carrera quedamos pocos y ya estamos dispersos (al menos en el
rango de carrera que me toco ir). Así que lo pasabas solo y debías tomártelo
con calma, la subida es lenta y trabada hasta llegar a la cima para encontrarte
con el CP. Ahí comienzas el descenso (párrafo aparte merece este), piedras sueltas
y bajadas empinadas hacían que sufra, ya que tenía poca experiencia en este
tipo de terrenos.
Salías de la montaña, un poco de descensos
por la ruta y comienza a amanecer, 25hs de carrera y llegando al km 195 (CP60)
donde por error mandé zapatillas y medias, junto a otra ropa. Cambiarme las
medias fue el peor error que cometí, ya que tenía ampollas y estas se hicieron
sentir con el cambio. Pero solo me restaban 50 kilómetros y sabía que, aunque
sea de rodillas, iba a llegar a la meta. El tiempo que ya había ganado (tenía
casi 11hs para hacer esos 50 kilómetros restantes) me permitió que nunca se me
cruce otra cosa por la cabeza que no sea terminar y disfrutar todo el recorrido
que restaba. Sabía que se venían subidas interminables y yo apenas caminaba, ya
que las ampollas estaban localizadas en la planta del pie y al correr me hacían
sufrir horrores. Caminar y pensar como seguir era lo único que podía hacer, fue
ahí cuando descubrí que podía correr y caer apoyando solo el talón
(supervivencia y ganas de seguir se podría decir jaja).
Fueron interminables los últimos kilómetros,
recuerdo las subidas, bajadas cortas y de nuevo subidas; trotando y caminando
como podía, el calor se hacía sentir de nuevo y ya no podía comer casi nada. Tenía
el estómago cerrado, pero igualmente siempre intentaba no descuidar la
hidratación.
La meta estaba cada vez más cerca y yo no
paraba de pensar en todos los meses de preparación, en cada entreno, en cada
cosa que había resignado por ese objetivo que estaba tan cerca. Recuerdo que
las lágrimas me cayeron en el CP70, donde yo había mandado la remera con la
bandera de Argentina. Pero las lágrimas no te permiten correr, había q
sacudirse y seguir. El momento más lindo fue desde la entrada a Esparta, en el
CP 74 (había mandado la foto de mi hija para que llegue conmigo).
En mi mente estaban sus palabras que me
había dicho la última vez que hablamos: “fuerza papá, yo correré contigo”, son
cosas que nos tocan lo más profundo del ser, mirar para adelante y ya los niños
con sus padres en la vereda esperando en bici o corriendo para acompañarte unos
metros. No paraban de alentarte, recuerdo llegar al boulevard y disfrutar de
esos 700 metros de calor humano, escuchar tu nombre y ver a Fabián Campanini,
Fernando Petracci y Manuel Méndez metros antes de visualizar la estatua del Rey
Leónidas. Esos 700 metros finales son algo que guardaré eternamente en mi mente.
Fueron 32h28´ donde disfruté cada segundo,
nada hizo que distraiga mi atención del objetivo y así pude terminar la carrera
pedestre más importante de mi vida. “Nada vuelve a ser lo mismo después de esta
experiencia” (me decían los conocedores) y les puedo asegurar que así fue.
Muchos sueñan y tienen miedo a esta
carrera, yo siempre le guardaré un respeto tremendo como a todas, pero la
actitud con la cual la enfrenté me hizo atesorar momentos hermosos y únicos que
hasta me rio al recordarlos, no me arrepiento de nada, gané experiencia 100%.
Gracias a todos los que me acompañaron y apoyaron, debía escribir la crónica para muchos amigos que me lo pedían y hoy siento que cumplí, ojala me toque estar nuevamente en esa largada y volver a disfrutar de esos hermosos 246km del mítico Spartathlon.
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Es un gran placer para nosotros, en espiritulibre.com.es, contar con la primer crónica de un atleta mexicano en esta carrera. Estamos hablando de Alex Santiago Lopez, quien tiene una corta pero vertiginosa carrera en el mundo del ultrafondo de pista&carretera. Ha participado en el último mundial de 100km, con su país México y por supuesto, en el mítico Spartathlon griego.La historia de Alex merecía ser contada y nos alegra que nos haya elegido para compartirla.
Aquí su historia.
Por: Alex Santiago Lopez.
La aventura como tal empezó hace aproximadamente cinco años,
leyendo un artículo en donde hablaban de la carrera o una de las carreras más
difíciles del mundo llamada Spartathlon. Una ruta, casi en su totalidad, de
asfalto con una pequeña parte de montaña, pero el 98% en su totalidad era asfalto.
Un reto muy pero muy demandante, la carrera comienza desde la base de la
Acrópolis en Atenas y culmina a los pies de la estatura del gran rey Leónidas
en Esparta, 246km de locura pero sobre todo de gran aventura y mucha
adrenalina.
En México la cultura por el ultramaratón o ultradistancia se
confunde, mucha gente cree que simplemente el hecho de superar un maratón o una
carrera de 50km ya nos hace ultramaratonista y para mí, al menos, es una
cuestión que va más allá de la cantidad de kilómetros. La ultradistancia o
ultramaratón de ruta es, a mi entender, una lucha de mente/cuerpo y la sincronización
total de estos dos componentes para poder lidiar con las adversidades. El
poderte conectar y mantener un ritmo por muchas horas, incluso días. Ese es el
verdadero reto y es en mi opinión la esencia del ultramaratón.
Hablar de ultramaratón, en mi país México, siempre lo
asociamos de inmediato con la montaña. En muchas ultras en montaña, los ritmos pueden
ser variados y más pausados. Dos maneras muy diferentes de ver a el ultramaratón,
las dos maneras he experimentado y puedo decir que el ultramaratón de ruta es
una auténtica lucha.
En mi locura por descubrir más de esta fascinante carrera decidí
buscar más información. La inquietud por saber más y más había despertado, había
nacido el deseo por querer buscar una posibilidad de soñar con ser uno de los
pocos mexicanos en lograr esa gran hazaña. Comencé a leer artículos de los
mexicanos, el pionero Luis Guerrero, Frankie Val (Francisco Valenzuela de
Sonora), Iván Gean Dagnino Márquez de Sinaloa y Rubén Barrera. Cuatro mexicanos
en la historia de aquella mítica carrera, sumando a un gran representante en la
actualidad de México, Marco Antonio Zaragoza, actual poseedor de la mejor marca
mexicana y ya con tres finishers en su haber.
Con el deseo de querer formar parte de esos grandes
personajes, pero sobre todo de vivir ese gran sueño. Con el gran reto de culminar
a los pies del gran Leónidas el Spartathlon, decido buscar la manera de como
lograr la marca para poder entrar a el sorteo y así obtener el derecho a estar
ahí . Busco información de cómo poder hacerlo (tiempo para calificar 100km en
menos de diez horas) y me encuentro con el selectivo nacional Silvia Andonie en
Monterrey, Nuevo León, México.
Esa era la única carrera en México avalada por la IAU que me
podía dar el tiempo que requería para poder entrar a el sorteo y así poder
tener una posibilidad de obtener una plaza para el Spartathlon. Ahí fue donde
conocí a Marco por primera vez, hace ya tres años. Fue en esa misma carrera en
donde por tres ocasiones distintas, intente lograr esa marca, quedándome corto
sin poder lograr mi objetivo. En esa última ocasión, en el 2017, me frustre
tanto que ya había decidido retirarme de las carreras. El trabajo de todo un
año se había ido a la borda. El haber conseguido el segundo puesto en el
nacional y quedado a unos minutos de mi objetivo no era suficiente. Pero dicen (me
convenzo cada día más de que es así) que cuando algo es para ti aunque te
quites y cuando no, aunque te pongas. Para mi sorpresa, me hacen la invitación
para formar parte de la selección mexicana de ultradistancia para participar en
el mundial de 100k en Svety Martín Na Muri en Croacia. Tenía que esperar un año
más para mi cita con Leónidas, ya que primero tenía que ir a buscar mi
oportunidad para poder conseguir mi boleto y fuese digno de ello. Tenía que ir
a Croacia a conseguirlo y comenzó la aventura nuevamente, platicándolo con mi
familia y mi fiel apoyo Arturo (de mi partición #ForEverTrail) emprendemos un
plan de acción para poder asistir a el mundial y conseguir a como diera lugar
la tan ansiada marca. Nos ponemos manos a la obra con una serie de rifas para
recaudar los recursos y con la venta de mis botanas. Logramos armar el viaje a
tierras croatas, el objetivo era claro, yo quería ir a el Spartathlon y eso se
había convertido en el sueño de mi vida. No había día que no durmiera y pensara
en poder estar ahí, llegando a los pies del mismo Leónidas .
El 14 de agosto del 2018 jamás lo olvidaré, ese fue el día que
perdí a la que por seis años había sido mi compañera de vida. Un golpe tremendo
para mí a unas semanas de irme a Croacia ya con casi todo listo. Me había
quedado sin nada, literalmente, porque también en días posteriores a su pérdida
se habían metido a robar a la casa y la habían dejado completamente vacía (hasta
se llevaron las cortinas). La tarjeta
bancaria, que ocupe para recaudar todos mis fondos para mi viaje, la habían
vaciado y no tenía ni un solo peso para ir a el evento en Croacia. Ya no tenía
ganas de nada, pero como siempre mis amigos y mi gran apoyo Arturo me dieron el
valor y apoyo que necesite. Y sin ganas de nada, ya no tenía ningún sentido
para mí, me subí a el avión a cumplir con el compromiso. Me sentía tan
comprometido con tantas personas que habían aportado para ese viaje que como
pude, junto con mi gran compañera Fernanda Sandoval (otra seleccionada y mi
inseparable amiga) fuimos a intentar conquistar ese mundial.
Totalmente desecho, el día previo a la carrera decidí cambiar el chip, porque en ese entonces sólo se me iba el tiempo en puro llorar. Con trece kilos menos y con muchos días sin poder dormir un sólo instante me dispuse a enfrentar esos 100km. No puedo decir que di lo mejor posible pero si di lo mejor que pude dar ese día. El 7 de septiembre del 2018 será inolvidable, contra todo y a pesar de todo logré mi marca, en un circuito muy pero muy difícil por las condiciones climáticas. Veía como caían corredores fulminados por el fuerte calor y en esos momentos yo me repetía en mi mente: “Alex si te sientes muy cabrón, ahora es el momento de demostrarlo, sé digno de estar aquí y has que todo valga la pena. No te quiebres cabrón, venga tú puedes”. Le gritaba a mi viejo que está en el cielo cuidándome, desde hace ya muchos años, «padre no me abandones ayudarme por favor, tú sabes cuánto deseo conseguir mi pase para ir allá”.
Mi tiempo final fue 9:28hs y con el conseguí lo que tanto anhelé.
Contra todos los pronósticos lo había logrado, había conseguido mi marca para
poder meter mi solicitud. Mi filosofía había resultado «los sueños son para
cumplirse, cuesten lo que cuesten».
Con el paso de los meses y ya más tranquilo y
psicológicamente más completo, emprendimos el camino. Día a día cobraba más
fuerza, como el sueño que tanto anhelaba. Metí mi solicitud para ver si tenía
la fortuna de ser un mexicano más en la historia del Spartathlon y con el
registro 2537 estaba en la lista de sorteo (el cual se efectuaría el día 6 de
marzo). El día previo del sorteo no pude conciliar el sueño, sabia y algo me
decía que estaría ahí, que el trabajo de mucho tiempo por fin tendría su
recompensa. Y así fue, por la tarde me mandó un mensaje Arturo diciéndome que
lo había conseguido, que había sido uno de los 2 mexicanos seleccionados. No
podía creerlo, pensé que estaba bromeando, no me caía el veinte. Por fin lo
había conseguido, en ese momento no me importo nada más que el saber que lo
había logrado había quedado el listado final, era uno de esos cuatrocientos
corredores (eso aún no lo creo).
Pues manos a la obra, a comenzar los ahorros y la misma
mecánica como cuando el mundial. Las rifas y la venta de las botanas para poder
cubrir la cuota de inscripción y posteriormente el vuelo para Atenas. Pero para
que todo valiera la pena, había que hacer un plan de preparación
exhaustivamente y empezar mi entrenamiento para llegar lo mejor preparado y ser
finisher, ese era el objetivo. Comenzamos a hacer distancia en asfalto, tiradas
largas de 100km, desde indios verdes hasta Pachuca centro, en la laguna de
Zumpango, en un circuito de 20km. Era mi patio trasero, el parque ecológico de
los dinamos, eso sumado a más mis entrenamientos diarios de 19km. Levantarme a
las cuatro de la mañana para sacar mis dos horas de entrenamiento y
posteriormente irme a mi trabajo. Sacrificar mi horario de comida para entrenar
y entrenar, después de una jornada de doce horas de labores, más un trayecto de
tres horas más para llegar hasta casa, dormir un poco y repetir la rutina
diaria. Pero yo era feliz y el objetivo era claro, estar en el Spartathlon. No
iba a ir tan lejos en mi sacrificio para no conseguir ser finisher.
Los meses transcurrieron y como un cavernícola (siempre lo
he dicho), me he ido transformando en lo que soy ahora. Los tutoriales en
YouTube si sirven, aunado a ello conocí a la que ahora es mi apoyo
incondicional, mi compañera, mi especialista en mi nutrición mi nutrióloga y
pareja, Leslye Komukay (#komukaynutricion). Una buena nutrición junto con una
buena preparación es muy importante y da excelentes resultados. Llego también #Runfitnessmx
apoyándome con sus excelentes productos, todo lo necesario para mi preparación.
Me sentía más fuerte cada día y ya no estaba sólo (aunque en realidad, nunca lo
estuve porque forevertrail siempre estaba atento a mis necesidades y
preparación).
Ahí está el comercial muchachos jajaja, comienzo a complementar mi preparación con carreras de larga distancia, la más significativa para mí, fue mis tradicionales 100 millas de villa del cabrón, que ese año se darían en la fecha de mi cumpleaños. Imaginando que por ser así este año sería el bueno pero no fue así, una caída antes del kilómetro treinta me haría una mala jugada y tendría que lidiar con el fuerte dolor durante casi todo el resto de la carrera. Todo raspado y bastante maltratado pude conseguir un 2° lugar y así tener que esperar un año más para intentar lograr el triunfo. Pero el objetivo era claro, cuidarme al máximo, no arriesgar de más y seguir con la preparación. Me quedaba satisfecho con mi resultado.
Entonces llega en el mes de julio y con él mi gran prueba de
fuego, mis primeras 200 millas. Las que fuesen las primeras 200 millas de
México, con el objetivo siempre en mente y con la incógnita de que me depararía.
Cuidándome ya al máximo de una lesión que a estas alturas me pudiese dejara
fuera de mi gran sueño, nos lanzamos a la aventura en el hermoso estado de
Oaxaca México. En un principio dudé mucho en participar pero después de
analizar bien la situación, decidí que la verdad no podía perderme esta primera
edición. Agradeciendo siempre la invitación y el poder estar ahí a el
organizador Jorge Abdala Marín a todos sus colaboradores y todos los oaxaqueños.
Pero sobre todo a aquellos que participaron he hicieron posible esas primeras
200 millas de México. Gracias infinitas, ahí ganamos todos o yo así lo vi. Un
servidor consiguió el segundo lugar, aunque en un lapso de la carrera analice
seguir o detenerme, pero jamás he abandonado una carrera y ahí estuve a nada de
hacerlo. Un fuerte hematoma en mi pie izquierdo en el kilómetro 140 casi me
deja fuera, no quería arriesgar de más, el Spartathlon estaba a la vuelta de la
esquina y una lesión ahí me dejaría fuera y no podría recuperarme. Esa noche vi
tan mal mi pie que solté en llanto, pero me coloque una pomada y le pedí mucho
a mi viejo que me ayudara. Del cansancio me quedé dormido por un par de horas y
cuando desperté mi pie estaba como si nada, lo cual me animo mucho para poder
seguir corriendo y conseguir completar la carrera. Estaba listo, sólo un par de
entrenamientos largos para cerrar preparación y llegar a punto, lo demás se
daría por añadidura pero físicamente estaba listo. Y psicológicamente esos
logros había inyectado lo que necesitaba, confianza en mí y vaya que así fue.
Comencé a contar los días y las horas, estaba muy ansioso
pero sobre todo muy emocionado. Estaba a nada de irme y supe que mi mayor
motivación iría conmigo, mi hijo, iría conmigo. Su abuela le había dado su
regalo de cumpleaños y era el acompañarme a la hazaña. Para mí fue más que un revulsivo,
me sentí muy comprometido y tenía mucho miedo de fallar en algo que era tan
importante para mí. Tenía miedo de que mi retoño estuviera ahí para ver a su
padre, en el que consideraría el mayor de mis fracasos, pero no sería así ya
que su mami también nos acompañaría. Vaya sorpresa para mí, yo sin ningún
problema por ello ya que para mí es alguien importante la mami de mi hijo y el
poder estar con su hijo en algo tan importante para el me llena de felicidad y
así emprendimos el viaje.
La noche del 23 de septiembre salimos del aeropuerto de la
ciudad de México, nuestro destino Atenas, Grecia. Pero antes tendríamos que
hacer una escala de muchas horas en París y con poco presupuesto habría que
adaptarse a las circunstancias. Dormir donde fuese, pues una noche en Paris nos
costaba entre ochenta y cien euros. La patria estaba pobre pero muy feliz de
poder emprender esa aventura, llegamos a París a las dos de la tarde y no
podíamos desperdiciar la oportunidad de estar en ese bello país. Platicando con
Ram y Silvia decidimos salir rápido del aeropuerto hacia la famosa Torre Eiffel,
ya que habíamos brincado el charco que más daba, claro que sin perder nuestro
vuelo a Atenas. Dicen que dios es grande y así lo creo, entre nuestra búsqueda
de rutas en el metro y como movernos, nos encontramos a un grupo de mexicanos
los cuales iban para Israel y estaban haciendo la misma escala que nosotros. Aprovecharían
para salir también de tour y como clásicos mexicanos nos pegamos con ellos y
nos fuimos en su autobús del tour. Muchas gracias al padre, porque era un
sacerdote, que no recuerdo en nombre y a
todo el grupo que nos apoyaron para poder hacer el tour con ellos, por una moda
cantidad muy accesible conocimos París. Ya con el tiempo bien corto regresamos
al aeropuerto y pudimos alcanzar nuestro vuelo para Atenas a tiempo.
Súper felices y muy cansado pero sobre todo hambrientos
porque ahorramos hasta lo mínimo y sólo hacíamos las comidas de los aviones. Llegamos
a Atenas, para nuestra suerte, en el mismo vuelo iban los amigos paraguayos Kari
Molina, Diego Piris y el gran Fabian Duarte el famosísimo YACA, un argentino de
historia en el ultramaratón. De verdad que unos amigos, como se dice aquí en
México, «atodisima madre». A ellos los esperaba Marco Antonio
Zaragoza Campillo y por ende pues nos fuimos todos juntos a Atenas. Ya era la
madrugada y había que descansar ya que ese mismo día, por la tarde, iríamos a
instalarnos al que sería nuestro hotel de concentración en Glyfada. Ya un poco
más descansados decidimos, el contingente mexicano ya con Marco como nuestro
guía (yo la verdad, no sabía ni qué onda) decidimos visitar la Acrópolis, un
relax antes de emprender la aventura no nos caería, nada mal esa tarde de relax
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Los nervios se apoderaban cada vez más de un servidor, llegaba
la hora de ir al hotel/sede para la delegación mexicana, conformada por sólo tres
integrantes: Iván, Marco y yo. Ver a las otras delegaciones, conformadas por
muchos atletas, era triste pero a la vez muy motivante porque daríamos lo mejor
y verían que estos mexicanos eran poquitos pero bien chingones y también
cabrones. Ya instalados y compartiendo hotel con Irán, Estado Unidos y Japón,
fuimos a recoger los números, le había llegado la hora el novato, ya estaba con
número en mano y con lo que ahora guardo como uno de mis más grandes tesoros,
las memorias del Spartathlon. Libro que sólo le entregan a los que van por
primera vez, la memoria de 37 años de carrera estaba en mis manos y yo muy
emocionado. Con el paso de las horas los nervios eran inminentes, Iván trataba
de calmarme dándome sus recomendaciones y quien más que un experimentado que te
comparta. Me dice: “Te va a ir bien mi Alex, tú eres mi campeón, eres un
«León rasurado», Marco ya se la sabe, pero tú traes todo. Traes lo
más importante, el espíritu y deseo, lo vas a lograr, ya lo verás. Pero algo
muy importante: NO SALGAS CON TODO, RESERVATE porque si no la vas a hacer, ojo
Alex NO TE VAYAS A REVENTAR”
Llego la hora de la charla técnica, la cena y descansar, lo
cual no pude ni un instante, aparte de que estaba súper nervioso, los ronquidos
de Marco no me dejaron (perdón pero tenía que decirlo) Dormía como bebé, pero
roncaba como tráiler frenando con motor en autopista pinche cabrón no me dejo
dormir nadita. Me levante a darme un regaderaso y prepararme con tiempo, no
quería sorpresas. Ya listos el autobús nos esperaba para salir de nuestro hotel
en Glyfada hacia la base de la Acrópolis en Atenas donde iniciaría nuestra
aventura. Para esto ya la familia de Iván, su esposa, su mami y mi hijo y su
mamá Silvia ya estaban esperándonos ahí en la salida con el nervio a tope
porque no podía creer que estuviera ahí cumpliendo mi sueño. No pude llorar de
la emoción, sólo me quedé en shock, fotos y más fotos y mi hijo viéndome a la distancia.
Después se acercaron a desearnos éxito y comenzó la cuenta de 10, 9, 8 ….2, 1.