Un equipo de corredores Tarahumara venia de hacer historia, y de romper varios records, en la Leadville 100 de 1993 y después de semejante hazaña, todos se dirigían a Ken Chlouber, el creador y organizador de la prueba, con la misma pregunta:
¿Hay alguien que pueda vencer a estos tipos?
-Si – respondió Ken -, Annie puede!
Ann Trason, treinta y tres años, profesora de ciencias. Un poco baja, un poco delgada, un poco invisible detrás de sus mechones castaño oscuro, un poco lo que uno espera de una profesora de ciencias. Había hecho atletismo en la secundaria, pero se aburrió a muerte de “dar vueltas como un hámster” una y otra vez en ese ovalo artificial, como ella dice, así que lo abandonó en la universidad para convertirse en bioquímica. Durante años, solo corrió para combatir el estrés, “me gusta correr para sentir el viento en mi pelo” diría Ann. No tardó demasiado en empezar a desactivar el estrés laboral de antemano, corriendo nueve millas (14.5km) hasta el laboratorio cada mañana. Y una vez que descubrió que sus piernas estaban frescas a la hora de irse, empezó a correr de vuelta a casa también. Oh, y que diablos; ya que estaba puliéndose dieciocho millas (29km) diarias durante la semana, no era gran cosa empezar un sábado perezoso con unas veinte millas más (32km)…..o veinticinco (40km)….o treinta (48km)….
Un sábado, Ann se despertó y corrió veinte millas (32km). Se relajó desayunando, luego salió y corrió veinte más (32km). Tenía algunos trabajos de fontanería que hacer en casa, así que tras la segunda carrera, fue en busca de su caja de herramientas y se puso manos a la obra. Hacia el final del día estaba bastante satisfecha: había corrido cuarenta millas (64km) y se había hecho cargo de del trabajo de fontanería ella misma. Así que, como recompensa, se regaló otras quince millas (24km).
Cincuenta y cinco millas (88,5km) en un solo día. “Mis amigos dicen que en vez de ser adicta al crack soy adicta a las endorfinas” diría Trason.
Mientras se distraía corriendo, Ann iba acumulando más millas que muchos maratonistas serios, así que allá por el 1985, decidió que era hora de enfrentarse a algunos corredores de verdad. ¿Quizá la maratón de Los Ángeles? Que aburrimiento pensó. Entonces vio un anuncio en una revista deportiva. “50 millas American River” esta ultramaraton (80km) era una carrera de caballos sin caballos, una excursión a través del campo sobre un recorrido inicialmente pensado para jinetes intrépidos. Un circuito empinado y peligroso, con unas terribles tres millas finales en un ascenso de trecientos metros de altura. Nada aburrido, verdad?! Obviamente, se apuntó.
Ann fue la primera mujer en cruzar la línea de meta, con record del circuito incluido (7:09:01) y fue 13 de la general!! Nada mal por ser la primera carrera oficial de su vida, no?!
Esa victoria fue el inicio de una racha increíble e inigualable!!